¡Afílianos!

Enséñame a volar

domingo, 27 de diciembre de 2009

5. ~Capítulo 4: Mirando desde otros ojos. ~

Y cuando abrí la puerta para salir al patio a buscar a Aizu me choqué accidentalmente con el director... ¿¡Por qué tenía tan mala suerte!?
- ¡Nanashi! ¡Mira por dónde andas, estúpido! -me gritó empujándome al suelo- ¡A ver si desapareces un día de estos del centro, que no haces más que crear problemas! -siguió gritándome mientras agachaba la cabeza con miedo a ser agredido otra vez- ¡Y vete a tu habitación! ¡En el salón de actos no tienes nada que hacer, inútil! -gritó mientras me daba una patada en el estómago; sólo pude cubrirme la cabeza y acurrucarme para protegerme, olvidando totalmente que Aizu estaba esperando a que la pillase- ¡Vete a tu habitación y no salgas! ¿¡Me oyes!?
- ... -Recordé que Aizu me estaba esperando y quité las manos de mi cara- Pero... ¡Tengo algo que hacer allí! -le grité en tono suplicante-
- ¿Te parece que me importa? -dijo indiferentemente mirándome, perforándome el cráneo con la mirada- ¡Desaparece de mi vista, anormal! -gritó mientras me pisaba una mano y desaparecía por el largo pasillo-
- Ai... Aizu... -susurré mientras me agarraba la mano herida y me ponía en pie, noté algunas lágrimas caer por mi rostro, pero preferí no hacerles caso. Anduve hasta mi habitación y me metí en la cama. Seguía lloviendo.-

---

- ¿Por qué tardará tanto Hikaru en aparecer? ¿Se habrá perdido? -dije mientras me ponía en pie. Ya llevaba un buen rato sentada en la puerta del salón de actos, esperando a que Hikaru apareciese.-
Caminé hacia la puerta del pasillo y la abrí. En el pasillo no había nadie, era extraño, hacía un rato había oído incluso gritos, ¿habría habido una pelea? Caminé por el pasillo y vi unas gotas de sangre en el suelo: efectivamente, había habido una pelea. Me arrodillé en el suelo y toqué la sangre, aún estaba fresca. Lo olisqueé y...
- ¡¡Hikaru!! -grité poniéndome en pie mientras comenzaba a correr en dirección a la enfermería, menos mal que había carteles de señalización- ¿Hikaru? -grité abriendo la puerta de la enfermería. Allí solo estaba la enfermera ordenando unos botes. Me miró extrañada y cuando iba a preguntarme algo cerré la puerta apresuradamente.-
Corrí por todos los pasillos y entonces pensé que, si Hikaru no estaba allí... Estaría en la habitación. Y seguí corriendo hasta la residencia, corrí hasta la habitación y cuando me disponía a abrir la puerta observé el pomo, que tenía manchas de sangre.
- Hika... Hikaru... -sin pensármelo más abrí la puerta con desesperación, encontrándome un bulto debajo de las sábanas de la cama de Hikaru- ¿¡Qué te ha pasado!? -le dije preocupada. Pero no obtuve respuesta. Destapé las sábanas y vi que allí estaba mi funda de la guitarra y unos cuantos libros. Miré la ventana, por suerte, estaba cerrada.- ¿¡Hikaru!? -grité saliendo de la habitación-
Seguí corriendo por cada pasillo, observando cada pomo de la puerta; si no me equivocaba, tenía la mano derecha herida, y al intentar abrir la puerta mancharía de sangre el pomo. Recorrí el instituto varias veces, encontrándome a veces con estudiantes ansiosos por presumir de su cristal ante los demás. Sin embargo, yo no estaba para soportar esas tonterías en ese momento.
Paré de correr cuando sentí que el dolor en el estómago era insoportable, jadeando y agarrándome la barriga con una mano seguí caminando lo más deprisa posible por los pasillos. Y por fin, cuando creía que no podía más, encontré lo que buscaba.
- El aula de... Música. -susurré-
Cuando iba a girar el pomo oí algo dentro de la habitación, un leve gemido de dolor. Pensé que quizás Hikaru estaría mejor solo, o que quizás no quería que le viese así... Por lo que me quedé parada en frente de la puerta, sin saber si entrar o no.
- Ah... Afsh... -escuchaba al otro lado de la puerta. Escuché el leve sonido de un sollozo y el sonido de un grito ahogado, intentando no ser escuchado- Estoy... Solo... Otra... Otra vez... -escuché débilmente de la voz de Hikaru.-
Y fui capaz de abrir la puerta, pese a sentir miedo de lo que vería. Al abrir la puerta vislumbré a Hikaru en un rincón, tirado en el suelo, arrinconado, llorando, mirándome con miedo. Tenía el rostro sucio, el pelo despeinado y estaba temblando. Sus manos se aferraban a su cuerpo con miedo, llenas de sangre y dolor. Me acerqué a él cerrando la puerta y me agaché, mirándole a través de la oscuridad a los ojos.
- ¿Qué ha ocurrido, Hikaru? -le dije casi en un susurro-
Al escucharme oí cómo su respiración, agitada y forzada, se calmaba. Y vi cómo su rostro, y sus ojos cambiaban del sentimiento del miedo, al de la tristeza y desesperación.
- Ai... Aizu... -susurró mirándome- ¡Aizu! -dijo casi en un grito mientras me abrazaba y volvía a llorar desconsoladamente-
- Tranquilo, ahora estás conmigo, no pasará nada. -le dije casi al oído intentando tranquilizarle. Estaba mojado, tenía el pelo enredado y húmedo. ¿Por qué habría salido si estaba lloviendo? ¿Y cómo había salido y luego entrado sin que ella lo hubiese visto?-
Escuchar su llanto desconsolado hizo que mi corazón se estremeciese, y le abracé aún más fuerte, intentando calmar sus lágrimas que caían sobre mi hombro; sin embargo, mientras más le abrazaba, más lloraba.
- Lo siento... Lo siento mucho... -susurraba mientras me abrazaba dudosamente.- Sé que no... Quieres abrazar a alguien como yo...
- Cállate, imbécil. -le dije abrazándole con toda mi alma- Abrázame si así podrás calmarte.
Y noté cómo sus brazos me rodearon y poco a poco su llanto se fue calmando. Convirtiéndose en el triste sonido de un sollozo lamentable.

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