¡Afílianos!

Enséñame a volar

domingo, 20 de junio de 2010

22. ~Capítulo 21:

- ¿Vais hacia el sur? -dijo la anciana voz del hombre que conducía el carro-
- Sí, queremos ir a la ciudad que está pasando el puente de Roustrom. ¿Hacia dónde se dirige usted? -preguntó Ailyn educadamente mientras se acomodaba en la parte trasera del carro cargado de trigo-
- Bueno, chiquilla... Íbamos a ir a casa de mi hijo, pero mi nieto dice que prefiere venir a casa de sus abuelos a pasar el día... ¡Qué sol de nieto me ha tocado! -dijo riendo a carcajadas mientras revolvía el pelo del muchacho que tenía al lado, que se ruborizó- Vamos, Michi, siéntate con ellos y les haces el camino más ameno. -propuso el anciano empujando al muchacho a la parte de atrás, tirándolo encima de Hikaru-
El muchacho, quizás de dieciséis años o así, se levantó acaloradamente y le gruñó a su abuelo en un idioma desconocido para mí; el abuelo se echó a reír y, finalmente, el muchacho rió y nos miró con una sonrisa.
- Bueno, visto que mi abuelo confía en que os divierta y puesto que llevo sin hablar con gente de mi edad durante casi tres días... Me presentaré. Me llamo Michi Koronogi. -se presentó con una sonrisa deslumbrante. Su rostro no era muy especial, pero tras sonreír mi hermana puso cara de tonta y se le quedó mirando embobada-
Tras su presentación Hikaru comenzó a esquivar su mirada y a acercarse disimuladamente a mí, hablándome de tonterías y demás. ¿Qué le ocurriría? Todo un misterio. Lo único obvio era que no le gustaba la presencia de aquel chaval que estaba allí, hablando animadamente con Aizu y Ailyn sobre temas de elfos y otras cosas. Leocadia, por su parte, disfrutaba del paisaje y a veces mantenía conversaciones cortas con el anciano. Pude fijarme que a veces hablaban en un idioma extraño que no reconocía pese a mis conocimientos.
- Hikaru, ¿qué te ocurre? -pregunté aprovechando que Michi iba a llevarle a su abuelo un trozo de queso y pan que acababa de sacar de un bolso, dándonos también a nosotros-
- ¿A mí? -dijo Hikaru intentando disimular su incomodidad mientras mordía el queso- Nada, sólo tengo algo de calor, es eso. -rió nervioso-
Conseguí que Hikaru se integrara un poco en las conversaciones entre las chicas y Michi y, al final, consiguió dejar su incomodidad aparte y charló abiertamente con ellos. Yo me tumbé en la paja que había en un rincón y observé el panorama. Ahora Leocadia estaba sentada junto al anciano, que por cierto se llamaba Shirk. Shirk estaba enseñándole cómo tratar a las mulas que llevaban el carro, por lo visto, nunca había que darles con el látigo ni lastimarlas; solamente hablarles con cariño y agitar el látigo en la dirección que quisiera ir. Parece que aquellas mulas eran inteligentes, además de fuertes.
Cerré los ojos y me dejé llevar por los olores que me rodeaban y por esa brisa que me acariciaba con suavidad. Era algo cómodo, algo precioso y delicado. Habíamos entrado a una zona con vegetación que nos tapaba de los rayos directos del sol; realmente hacía un ambiente agradable. Hikaru, Aizu, Ailyn y Michi se habían puesto a contar chistes y sus risas llenaban aquel ambiente relajado de ambiente más animado, algo extraño de describir. Comenzaba a sentir sueño, llevaba un par de días sin dormir bien. Desde que salimos de aquella ciudad donde aquella mujer secuestró a Hikaru, el tiempo transcurría rápido y acalorado, sin darnos un respiro de tranquilidad. Corríamos de aquí hacia allá, escapando de animales, criaturas y personas que nos perseguían. Sigo sin terminar de entender por qué todas esas personas nos persiguen, tampoco entiendo qué quieren o qué tenemos que anhelen tanto... Aunque no sé si quiero saberlo. Cuando Shirk paró el carro en medio de aquel camino desértico lo adoramos. Shirk era un buen anciano y un buen abuelo, además daba buen ejemplo a su nieto; recogernos y proponer dejarnos más adelante fue algo que jamás podríamos terminar de agradecerle. Llevábamos cinco días sin dejar de mover las piernas, sin descansar no más de una hora... este viaje era consolador y un regalo de los cielos.
El sueño comenzaba a poseerme cuando un suave olor a jazmines inundó mis sentidos. Me daba pereza abrir los ojos y averiguar dónde estábamos, por lo que seguí con los ojos cerrados, ladeando un poco la cabeza. El olor se intensificó un poco cuando noté algo rozándome la mejilla. Abrí los ojos de golpe creyendo que algún insecto se había posado en mi rostro y descubrí que Leocadia me estaba mirando fijamente mientras uno de sus mechones de pelo había caído dándome en la mejilla.
- Vaya, creía que estabas durmiendo. -rió mientras se alejaba un poco de mi rostro y me daba una cantimplora- Deberías beber, llevamos un par de horas de camino y no quiero que nos deshidratemos. -dijo mientras me obligaba a beber-
No me había percatado del silencio que se había producido segundos antes de que abriese los ojos, nadie estaba en el carro. Miré hacia los lados y finalmente giré la cabeza, viendo cómo Aizu corrí de la mano de Hikaru y Michi hacia un riachuelo. La carreta había parado para dar de beber a las mulas aprovechando el riachuelo, y además, Shirk descansaba bajo la sombra de un árbol. A veces me preguntaba si podríamos quedarnos así eternamente, perdernos en nuestro camino o rendirnos allí mismo para disfrutar cada día de los mismos olores, las mismas sensaciones y esas charlas tan divertidas que compartían mi hermana y los demás.
- Nos aburriríamos de la rutina, Yuuto. -dijo de pronto Leocadia sacándome de mis pensamientos.-
- ¿Cómo? -pregunté arqueando una ceja. ¿Habría leído mi pensamiento?-
- He leído en tu mirada lo que pensabas... Si cada día fuese así, acabaríamos por hartarnos de la rutina, ¿no crees? -explicó acomodándose a mi lado, dándole la espalda al río- He estado estudiando el comportamiento de Ailyn y... Sé más de lo que ella cree y vosotros creéis. -me confesó de pronto bajando el tono de voz.-
- ¿A qué viene eso? ¿Qué quieres...?
- ¡Sssh! -me interrumpió tapándome la boca-¡Baja la voz, idiota! -me reprendió- Te voy a explicar lo que no he tenido tiempo de explicarte a solas... -tomó aire. Creía que se refería a otra cosa y llegué a sonrojarme un poco, preparándome para un primera asalto- Ailyn es la secretaria de Mitsuko. -mi adrenalina bajó de repente, sintiéndome algo mareado- Nos mintió cuando dijo que iríamos a una dimensión de la que no proveníais y también nos mintió diciendo que no había viajado nunca a esa dimensión...
No sé a qué venía esa revelación ni qué tenía que ver conmigo, pero le miré a los ojos y suspiré.
- ¿Y qué importa eso? -dije tras meditar sus palabras un momento.-
- ¿¡Cómo!? -gritó ella frunciendo el ceño- Tú no... -suspiró- ¿No me recuerdas? -en sus ojos se dibujó una expresión extraña, de melancolía, exigencia y tristeza-
Nos miramos durante eternos segundos, pensando a qué se referiría, finalmente hice una mueca y aparté la mirada.
- Lo siento, pero no sé a qué te refieres, Leocadia... -suspiré-
- Vale... Da igual. -dijo mientras se levantaba- Si lo recuerdas, avísame. -dijo con una fingida sonrisa mientras se daba la vuelta y echaba a correr hacia el agua- ¡Ailyn, vamos a ver quién es capaz de encontrar antes la carpa más grande!
Me quedé pensando a qué se referiría Leocadia... ¿Recordarla? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? Me giré y observé sus movimientos. Su voz, en realidad, sí que me sonaba de algo, pero pensaba que serían imaginaciones mías... aunque tras ese comentario... Y,  ¿qué tenía que ver que Ailyn fuese o no la secretaria de Mitsuko? Y quizás lo más importante... ¿Qué tenía que ver Mitsuko en todas nuestra vidas?

***


viernes, 7 de mayo de 2010

21. ~Capítulo 20: Una puerta~

Corrimos por la ciudad, atestada de gente. Parecía completamente imposible encontrar a Hikaru entre tanta gente, pero teníamos que hacerlo.
- ¡Yuuto y yo buscaremos por la zona noreste! -grité mientras cogía a Yuuto por la muñeca, obligándole a seguirme- ¡Aizu y Leocadia, buscad por el centro!
Era más probable que Hikaru fuese hacia la entrada de la ciudad, o al menos, hacia la entrada por la que nosotros habíamos pasado. Hikaru pretendía volver al instituto, estaba segura.
- Ailyn... -dijo de pronto Yuuto mientras caminábamos a toda prisa. Le miré haciendo una mueca- No entiendo qué ocurre... Sé que algo sucedía con Reine... Sé que algo no está bien, pero... ¿El qué? -dijo parándose en la calzada, mirándome con el ceño fruncido- Hikaru y los demás han vuelto con ropas extrañas, has dicho que tendríamos que matar, incluso has dicho que quien no sea capaz se quede pero... ¿Se puede saber qué pretendes? Es normal que Hikaru escape, yo lo habría hecho, pero hay algo en todo esto que me dice que no lo haga... -suspiró mientras bajaba la cabeza- ¿Qué...? -volvió a mirarme, fija y duramente- ¿Qué pasará a partir de hoy? ¿¡Qué está sucediendo!? -gritó mirándome con algo que podría ser odio-
- Yuuto... -murmuré poniendo mala cara, aunque en el fondo lo entendía.- Está bien. Te lo contaré de camino.
Yuuto no parecía muy convencido, pero no le quedó otra que seguirme. Fuimos, algo más calmados, hacia la entrada de la ciudad.
- Luonessi está en una dimensión paralela. -comencé a explicar mirando hacia todos lados, buscando a Hikaru- Hay algo que las autoridades de este mundo no quieren que sepamos: ambas dimensiones tienen una conexión, ¿y sabes qué? Ambas dimensiones tienen consciencia de que existen, es decir, tanto nuestra dimensión, como la otra, se conocen. Las autoridades de ambas dimensiones están enfrentadas; aquí hay mucho avance mágico, mientras que allí hay mucho avance tecnológico.
- ¿No existe la magia, como tú la llamas? -preguntó Yuuto buscando la cara de Hikaru entre el mar de rostros con los que nos cruzábamos-
- Sí que existe, pero no la utilizan como aquí. Allí es algo como... Caminar. Sencillamente, no saben apreciarlo del todo. Además hay otras razas que aquí no conocemos. Hay una raza llamada "Humanos". A veces la gente se llama entre ellos mismos "humanos", pues una leyenda decía que un humano creó a las demás razas... Tonterías. -suspiré- Allí habitan los humanos propiamente dichos, y conviven con otras razas, algunas que existen aquí, otras que no...
- ¿Es de allí de donde procedemos Aizu y yo? -preguntó Yuuto de pronto, interrumpiéndome-
- ¿Acaso no recuerdas de dónde vienes? -pregunté incrédula-
Yuuto negó con la cabeza, bajándola ligeramente.
- ¿Sabes? -suspiré- Hikaru me preguntó lo mismo... Y si te digo la verdad... -le miré con fijeza- Podríais proceder de allí. La tecnología está muy avanzada y podrían haberos creado... Lo investigaré.
- Y... -dijo él de nuevo, interrumpiéndome- ¿Cómo sabes todo eso de Aizu y de mí? Ninguno te hemos contado que somos creaciones. -me espetó con voz de pocos amigos-
Suspiré. Sin duda, Yuuto parecía no soportarme.
- Llevo observando a Hikaru mucho tiempo. -dije tras elegir bien mis palabras- Digamos que os conozco a todos demasiado bien, en especial a Aizu. -sonreí- ¿Sabes? Aizu me inquieta. Es la única de la que no acabo de averiguarlo todo... -suspiré-
- Ni lo harás. -graznó Yuuto mirándome por encima del hombro-
Pese al poco respeto que me había tenido, me hizo gracia el gesto y me puse a reír a carcajadas. Parece que esto avergonzó algo a Yuuto, pues se sonrojó y comenzó a caminar más rápido.
- ¿Qué más tengo que saber para estar de acuerdo en viajar hasta Luonessi? -preguntó Yuuto intentando volver al tema de conversación-
- Veamos... Me parece que lo principal es saber por qué vamos. -dije tras meditarlo- El país principal de la otra dimensión, llamada Galya, declarará la guerra a Hylie, país principal de nuestra dimensión, que por tu interés, se llama Klyestie.
- Demasiados lugares. -interrumpió Yuuto- ¿De qué me sirven tantos nombres si los olvidaré mañana? -me espetó de nuevo-
- Vale, vale, antipático. -dije poniendo los ojos en blanco- Si se declara esa guerra, la puerta que separa ambas dimensiones se romperá. Se creará un agujero por el las personas de ambas dimensiones podrán pasar, será el caos. -dije mientras seguía buscando a Hikaru con la mirada- La puerta puede abrirse, pero no por todo el mundo.
- ¿Cómo se enteró el gobierno de Hylie de la existencia de la otra dimensión? -preguntó Yuuto curioso-
- Recibiendo a un chico. -suspiré- Por eso comienzo a creer que provienes de allí. ¿Recuerdas la historia que contaste a Hikaru hace tiempo? Un chico que nació en la otra dimensión, tenía alas y no pertenecía allí, por lo que se las averiguó para cruzar la puerta y venir aquí. El chico procede de Galya.
- Espera... Si Aizu y yo fuésemos de allí... ¡Vamos por el camino erróneo! -gritó Yuuto deteniéndose- Cuando vine a esta dimensión, caí en el bosque que hay tras el instituto. Allí, justo donde planté el árbol del que vive Aizu... ¡Allí está la puerta!
- Te equivocas. -dije tirándole de la manga- Sigamos buscando a Hikaru, corre prisa. -dije mientras volvíamos a caminar con algo más de prisa- ¿Recuerdas cómo llegaste? -Yuuto abrió los ojos sorprendido al darse cuenta de su error- Exacto. No entraste por la puerta normal; los científicos fabricaron una puerta. Esa puerta no funciona.
- ¿Cómo? -preguntó Yuuto- Yo y Aizu llegamos... ¿Por qué no iba a funcionar?
- Sólo funcionó aquella vez. -respondí con tranquilidad- Cuando sembraste aquel árbol para, digamos, revivir a Aizu, la puerta se cerró. La puerta no era otra que la señal oscura que todos veíais en el cielo.
Yuuto pareció sorprenderse al oírme decir todo aquello. Quizás no se terminase de creer que había vigilado, y de muy de cerca, a Hikaru desde hacía mucho, mucho tiempo.
- ¿Sabes por qué escuchaste la voz del chico que había cruzado la verdadera puerta antes? -pregunté esperando no obtener respuesta- Él mató a Aizu.
Yuuto volvió a detenerse. No me giré, continué caminando. Sabía que era demasiada información, demasiadas cosas que enseñar, y que no podría contárselo todo en un día, y aún menos, en una o dos horas.
- Él es la puerta, Yuuto. -añadí mientras seguía caminando. Quizás Yuuto no me seguiría, o quizás, tras detenerse, continuaría detrás de mí, pero sin alcanzarme-
- Quiero cruzar la puerta. Quiero preguntarle por qué lo hizo. -escuché de repente detrás de mí. Giré un poco la cabeza y vi a Yuuto, caminando decidido.- Aún no termino de entender qué es todo esto; aún no sé del todo qué es lo que tenemos que hacer en Luonessi ni lo que sucederá si no hacemos lo que dices que hagamos pero... Iré, con la única condición de que me prometas que esta vez, hacemos lo correcto. -dijo mirándome, con una expresión que no sabría describir-
- Te lo prometo. -dije con una sonrisa confiada mientras se ponía a mi lado y comenzábamos a caminar aún más deprisa, analizando a toda velocidad las caras de la gente.

---

Aizu y yo corrimos hacia el centro, las calles estaban llenas: gente de compras, chicos y chicas paseando, ancianos charlando animadamente... Todo un espectáculo que, en estos momentos, preferiría perderme. Corrimos por las calles, esperando encontrar a Hikaru en algún lugar, sin encontrarlo.
- ¿Dónde podría estar? -preguntó Aizu casi sin aliento-
Nos detenimos un rato, sentándonos en una fuente. Hacía calor, o quizás fuese efecto de correr de un lado para otro sin descanso. De pronto vimos a una chica con gafas que llevaba a un chico muy parecido a Hikaru de la mano; el chico, a diferencia de la última vez que vimos a Hikaru, llevaba unas gafas negras y una chaqueta enorme de color blanca, llevaba el gorro de dicha chaqueta puesto, por lo que apenas podía verse el pelo del chico.
- ¿¡Hikaru!? -nos sorprendimos Aizu y yo a la vez-
Por temor a equivocarnos les seguimos, discretamente; o eso intentábamos. La mujer, a veces, se giraba y al vernos se ponía nerviosa, cogiendo al chico de la mano y caminando lo más deprisa que sus tacones le permitían.
- ¿Sabes? Esa mujer me recuerda a alguien... -comentó Aizu mientras la seguíamos, escondiéndonos detrás de un panel de anuncios-
- ¿A quién? -pregunté rápidamente. Cualquier detalle sería esencial para determinar si ése era Hikaru o no-
Aizu se quedó pensativa. Continuamos siguiendo a la mujer que a veces nos miraba a través de sus pequeñas gafas de ejecutiva. Cruzábamos un paso de peatones cuando Aizu me agarró de pronto por la capa.
- ¡Ya sé quién puede ser! -dijo sorprendida- ¡Se parece muchísimo al director del instituto! En esa forma de caminar, de andar y en la forma de la nariz... ¡Tiene que tener algo en común con él! -dijo mirándome con preocupación-
- ¿Y qué? -pregunté confundida- ¿Habrá venido a por él porque no ha ido al instituto?
Aizu aceleró el paso, cogiéndome por la muñeca con fiereza.
- El director odia a Hikaru... ¡El director quiere acabar con Hikaru! -dijo ella con nerviosismo mientras echábamos a correr detrás de la mujer-
Ella, al vernos, apretó al muchacho que seguramente sería Hikaru la muñeca, y ambos echaron a correr; el chico con torpeza. La mujer y el chico intentaron escapar girando por calles concurridas, con la esperanza de que los perdiéramos, pero mi instinto gyokelly no lo permitiría. Cogí la mano de Aizu y trepé hasta llegar a una franja de tejados no muy altos, Aizu me siguió con algo de torpeza, pero desde aquella altura, podíamos ver a la mujer y al chico perfectamente. La mujer no paraba de mirar para atrás una y otra vez, el chico la seguía con torpeza, tropezando a menudo; parecía aturdido. Cuando la mujer se percató de que "la habíamos perdido", se detuvo y comenzó a caminar con más tranquilidad, jadeando. El chico, por su parte, caminaba tropezando, jadeando y sin desviar la mirada del frente. Los seguimos por los tejados durante unos diez minutos, y Aizu avisó a Yuuto y a Ailyn, por móvil, de que creíamos tener a Hikaru. Ailyn se dirigía hacia donde estábamos, pero eso no hizo que perdiésemos a Hikaru y a la mujer de vista. De pronto la mujer sacó algo del bolso. Unas llaves. Apuntó a un coche y Aizu y yo nos miramos. Teníamos que actuar ya, con o sin Ailyn.
- ¡Quieta! -gritamos-
Yo fui hacia el coche, lanzándome encima con un golpe seco, aplastando notablemente la parte superior del coche; Aizu corrió detrás de la mujer, para evitar que escapara. La mujer, al verme, volvió a coger a Hikaru por la muñeca y tiró de él para escapar, pero al girarse, Aizu le cortó el paso. La mujer, al verse acorralada en la calle, pidió ayuda. La gente se alarmó y corría de un lado a otro. Por un momento pensé que la mujer conseguiría escapar, pero de repente llegaron Yuuto y Ailyn detrás de Aizu y terminaron por cortarle todo el paso.
- ¡Hikaru! -gritó Aizu al chico mientras la mujer daba tres pasos hacia atrás, acercándose un poco hacia mí y al coche. El chico no respondió ni se inmutó. Tropezaba al caminar hacia atrás y no miraba al suelo.-
La mujer tropezó y cayó al suelo, haciendo que el chico cayera con ella. Buscó algo en el bolso y sacó un teléfono móvil, comenzó a marcar con rapidez mientras se levantaba y ayudaba a Hikaru a que hiciera lo mismo. Al levantarse, al chico se le cayeron las gafas. Sin duda, era Hikaru, pero le pasaba algo. Sus ojos no tenían brillo, eran grises, estaban entrecerrados y parecían no mirar nada.
- ¡Hikaru! -gritó Ailyn corriendo hacia él y la mujer. La mujer, alarmada, intentó golpear a Ailyn, pero ésta la esquivó con elegancia, sosteniendo el brazo que sujetaba el celular de la mujer y lo giró brutalmente hacia atrás, escuchándose un fuerte "CRAC" en el acto. La mujer gritó de dolor y se dejó caer, soltando a Hikaru. Ailyn cogió a Hikaru por el brazo y corrió hacia mí.
- ¡Corre, vuélvete gyokelly! -me pidió sudando mientras empujaba a Hikaru hacia mí.-
Le hice caso y me convertí en animal, montando a Hikaru en mi lomo. Él, ausente, se agarró a mi pelaje y escalé por la pared, volviendo a los tejados. Debíamos escapar. Yuuto cogió a Ailyn y comenzó a volar con ella en los brazos, y Aizu emprendió también el vuelvo. Ailyn parecía indicar a Yuuto qué camino coger, por lo que los seguí sin problemas salteando obstáculos. Antes de percatarme ya volvíamos a estar en la muralla de la ciudad. Mucha gente nos seguía, pero éramos rápidos, no nos alcanzarían. Escalé y salté la muralla velozmente, era sorprendente que Hikaru, en ese estado, no se hubiera caído. Corrí siguiendo a Yuuto y a los demás durante casi media hora. Estábamos en un frondoso y verde bosque, podía respirarse el olor a flores y a plantas incluso corriendo a esa velocidad; no era un aroma que sólo pudieses percibir al concentrarte. Y así continuamos corriendo, y corriendo.
Por fin, tras mucho, nos detuvimos. Volví a mi forma humana, por suerte, la ropa que me había comprado, no se rompía al convertirme en gyokelly. Estaba exhausta. Bajé a Hikaru de mi espalda y lo senté en el suelo, apoyado contra un árbol. Ailyn se acercó y le examinó las pupilas. Aizu y Yuuto parecían tan cansados como yo.
- Parece que hay algo que lo hipnotiza o lo tiene poseído... -comentó Ailyn examinándolo aún-
- La chaqueta. -dijo Aizu- Quítasela.
Ailyn asintió y lo hizo, al hacerlo, Hikaru cerró los ojos fuertemente y gimió de dolor, cayendo al suelo. Ailyn examinó la extraña chaqueta y la guardó en mi bolsa, que la llevaba ella.
- Tenía un conjuro de hipnotismo... Parece que esa mujer es una buena bruja. -rió- Supongo que despertará dentro de poco, mientras... Descansemos. -dijo con una sonrisa a modo de disculpa- Siento haberos obligado a correr tanto tan de repente... -suspiró sentándose junto a Hikaru- Bueno, tomad.
De su bolso sacó un trozo de pan y una bolsa con queso. Nos sentamos con ella y fuimos comiendo con tranquilidad. Teníamos hambre, pero no queríamos atragantarnos. Así transcurrió una media hora, Hikaru fue despertando y comenzó a comer con nosotros, no recordaba del todo lo que había ocurrido. Se disculpó, no tendría que haberse escapado, pero lo había hecho.
- Es que... No sé qué tenemos que ver en este viaje. -suspiró-

---

Volví a narrar lo que le conté a Yuuto, exceptuando el detalle del asesino de Aizu y algunos detalles que no consideraba esenciales. Los chicos parecían incrédulos.
- Y... Ailyn... -susurró Leocadia- ¿Qué tenemos que ver con su guerra?
- Debemos detenerla. -contesté con seriedad- Porque... Si no, desapareceremos todos.
No parecieron creerme del todo, por lo que añadí:
- Nadie más que nosotros puede detenerla. Si se efectuara... El primero en morir sería Hikaru, el segundo, Aizu, el tercero, Yuuto, el cuarto, Leocadia, y así, la gente que ahora tenga que ver con Hikaru, y a su misma vez, aquellos que tengan que ver con los que conozcan a Hikaru; y así los que tengan que ver a los que conozcan a los que conocen a Hikaru...
- Vale, vale, pero... -interrumpió Aizu- Qué guerra tan estúpida. Primero, Hikaru no ha hecho nada malo; y segundo, ¿por qué van a morir personas que no tienen nada que ver?
- Aizu... Ninguna guerra tiene sentido. -suspiré- Hikaru, para comenzar, no ha hecho nada. Y los demás... Morirán porque es una guerra. Sencillamente, las guerras existen por la envidia, la codicia... Por la mente humana. -finalicé terminando el último trozo de queso-

sábado, 24 de abril de 2010

20. ~Capítulo 19: Falta de sentido~

Me desperté temprano, no podía conciliar el sueño y un profundo dolor apareció en mi espalda, seguramente el calmante que me proporcionó Ailyn ya habría dejado de surtir efecto.
Me levanté sin hacer ruido, pues no quería despertar a Hikaru. Me acerqué a la cama de Hikaru y lo tapé con la sábana que había tirado al suelo. Nunca había visto a nadie que se moviera tanto durmiendo, pero realmente Hikaru era monísimo durmiendo.
Cogí la bolsa que me había dado Susan el día anterior y saqué mi móvil de ella: las 5:32 A.M., algo temprano... Salí de la habitación con la bolsa sin hacer ruido y utilicé el móvil de linterna. Conseguí llegar, a duras penas, al baño. Allí cerré con cerrojo y me miré al espejo. Tenía ojeras y los labios resecos.
- Vaya careto... -suspiré mientras abría el grifo y me echaba agua en la cara- Hikaru tiene razón... -dije con un suspiro mientras cerraba el grifo- Ayer, inconscientemente, parecí insultar a Yuuto... -hice una mueca- ¡Seré estúpida! Ahora estará enfadado... Y con razón. -volví a suspirar desganada mientras me quitaba las botas-
Fui desvistiéndome poco a poco, pensando en todo y en nada. Abrí el grifo de la ducha y esperé hasta que el agua se calentara para meterme. Bajo el agua el tiempo parecía fluir a mi antojo, deteniéndose a mi parecer, aunque todo fuese únicamente una ilusión. Tras varios minutos bajo el agua, y tras enjabonarme cuidadosamente y aclararme, salí de la ducha. Me fui vistiendo lentamente, esperando que el Sol saliese pronto. Cuando salí del baño me percaté de que ya eran las 6:15 aproximadamente y fui a mi habitación, soltando el bolso allí. Hikaru, una vez más, estaba destapado, y volví a taparle. Me puse mi capa y comencé a buscar en mi bolso otra capa carmesí, la capa que tenía que darle a Ailyn.
Salí de nuevo en silencio de la habitación y me dirigí a la habitación de Ailyn, parándome en seco frente a la puerta. Dentro escuché el leve sonido de unos sollozos apagados y comencé a preocuparme por lo que occurriría. Entonces recordé el día anterior; en el que, aparentemente, Ailyn tuvo que matar a Reine, su supuesta hermana. Quizás esa fuese la razón de esa situación.
- ¿Ailyn, estás despierta? -susurré tras golpear suavemente la puerta-
- Sí, pasa Leocadia. -dijo de repente Ailyn, sin que se notara algo de tristeza en su voz-
Abrí con lentitud la puerta y encontré a Ailyn sentada en la cama, con un libro en sus piernas y una lámpara encendida.
- ¿Qué estabas leyendo? -pregunté interesada mientras me acercaba-
- "Tres secretos de nadie". Es un libro anónimo, un mito de la literatura clásica. -argumentó cerrándolo mientras se ponía en pie- Bueno, ¿querías algo? -preguntó sonriendo-
- Ah, sí... Quería darte esto, -dije extendiendo mi mano, mostrándole la capa rojiza- me la dio Susan para ti.
- Veo que tienes también una. -dijo con una gran sonrisa mientras cogía la capa- Es preciosa... -murmuró cerrando los ojos, poniéndosela en la mejilla, notando la suavidez de su tela- Además tiene que ser calentita...
- Sí, lo es. -afirmé agarrando la mía- No sé de qué material estará hecha pero... Te da mucho calor y puedes dormir perfectamente con solo taparte con ella. -sonreí-
- Gracias por traérmela. -me agradeció encendiendo la luz y apagando la lámpara- Bueno... Despierta a los demás por si se quieren duchar y eso, desayunaremos algo ligero y para las siete y cuarto o así marcharemos. -dijo de pronto mientras comenzaba a guardar el libro en una bolsa y comenzaba a cepillarse el pelo-
- Oye, por curiosidad... ¿Dónde está Luonessi? -pregunté avergonzada-
- Vaya, ya pensaba yo que era extraño que lo supiérais... -rió- Está muy lejos, al norte. Incluso pasaremos la región donde viven los de tu raza... -sonrió- Si quieres, cuando estemos allí podrías quedarte... Seguro que allí estarías mejor que en esta ciudad...
- No lo sé... -suspiré- Lo pensaré. -sonreí mientras me daba la vuelta para marcharme- ¿Y allí hace frío?
- No mucho más que aquí, aunque... Depende de la estación. -dijo pensativa- Ya lo comprobaremos, ¿no crees? -rió levemente-
- Sí... -reí- Y... ¿Por qué vamos allí? -seguí preguntando mientras giraba la cabeza-
- Preguntas demasiado... -suspiró- Aún no podrás entenderlo porque... Nos llevará tiempo que todos lo entendáis... Sencillamente, es Hikaru.
- Vale. -sonreí conforme mientras salía por la puerta hacia mi habitación-
- ¡Vamos Hikaru, arriba! -comencé a gritar mientras me tiraba en su cama, aplastándolo-
- ¡AAAH! -gritó el pobre de Hikaru al despertarse- ¡Déjame asesino! ¡Tengo que cumplir con el trato! -comenzó a gritar mientras pateaba todo, tirándome al suelo-
- ¿¡Qué dices!? -dije riendo a carcajadas-
Fue divertido despertar a Hikaru y le expliqué que debía ducharse, pues nos iríamos pronto. Cuando se fue para la ducha salí de mi habitación con la bolsa a hombros y fui a la habitación de Aizu y Yuuto, que tenía la puerta abierta de par en par. Entré y cuál fue mi sorpresa que encontrar solamente a Yuuto en una de las camas. Preocupada fui a la habitación de Ailyn, a preguntar por Aizu, pero la encontré hablando animadamente sobre libros con Ailyn. Suspiré aliviada y fui hacia donde dormía Yuuto de nuevo. Entré silenciosamente, encontrándomelo plácidamente dormido. Fue mucho más que divertido tirarme encima suya a lo bestia. Comenzó a gritar y creo que todos los huéspedes de la posada se despertarían. Yuuto comenzó a insultarme, pero al final ambos acabamos riendo. Le informé de los planes que teníamos para este día mientras se peinaba y se iba poniendo los zapatos.
- Oye, Yuuto; -dije de repente mirando al suelo- siento si ayer pensaste que... Bueno, ya sabes... Cuando te miraba en el restaurante... -comencé a tartamudear tontamente-
- No te preocupes, eso es agua pasada. -rió él mientras se ponía en pie- No importa que pensaras que era como los demás, ya te darás cuenta de tu error. -dijo con picardía-
- ¡Idiota! -dije mirándole- No es que pensara que eras como los demás... Simplemente... Bah, no lo recordarás. -reí tímidamente-
- ¿El qué? -preguntó curioso-
- Nada, nada. -dije mientras corría hacia la puerta, sujetando con firmeza mi bolso- ¡Vamos, que Hikaru ha terminado de ducharse! -grité desde el pasillo, mientras los demás huéspedes del hostal me mandaban a callar-
***

- ¿Estáis listos para irnos? -dijo Ailyn mientras se ponía en pie-
Todos asentimos y la imitamos, yendo hacia la puerta.
- El desayuno estaba buenísimo... -dijo de repente Hikaru-
Comenzamos a charlar de todo y de nada, una vez más. Ailyn observaba un mapa mientras caminábamos por el bosque, aún oscuro a la falta de luz solar. Amanecía lentamente, pero en el bosque parecía ser aún de noche.
- Ailyn, ¿has estado alguna vez en Luonessi? -preguntó Aizu mientras brincaba-
- Pues no, la verdad. -rió Ailyn- Y tampoco conozco a nadie que haya ido... -suspiró- Nos va a costar lo suyo llegar y manejarnos bien por allí... -rió una vez más-
- Pues yo sigo sin verle sentido el ir a un sitio que no conocemos por razones desconocidas. -dije mirando a Ailyn-
Ailyn se quedó mirándome durante unos segundos y terminó por suspirar.
- Vale, tenéis razón. Estáis viniendo conmigo sin saber a dónde vamos ni por qué razones... Es normal que queráis saber qué haremos allí y todo eso... -dijo resignada mientras miraba al mapa-
- ¿Y bien? -preguntó Hikaru mientras se acercaba a ella- ¿Podrías decirnos a qué vamos allí?
- Vamos a visitar a la princesa Mitsuko. -dijo mientras miraba a Hikaru con una sonrisa-
Todos nos quedamos en silencio unos segundos, mirándonos con la misma expresión de desconcierto los unos a los otros.
- ¿Y ella qué tiene que ver con todo esto? -preguntó Leocadia rompiendo el silencio-
- Ella, o más bien sus padres, tienen mucho que ver con todo lo que ocurre. -dijo señalando hacia un camino a la derecha- Vamos, es por aquí. -dijo ladeando a la derecha mientras todos la seguíamos.-
Fue un camino algo aburrido, nada interesante que hacer. De pronto llegamos a la entrada de una gran ciudad; a simple vista parecía incluso mayor que Hylie.
- Bien, vamos a visitar a un viejo amigo, chicos. -dijo Ailyn mientras se acercaba al muro de la ciudad-
Comenzó a escalar con agilidad el muro, saltando y trepando como si de un gato se tratase. Antes de que pudiéramos darnos cuenta estaba arriba, mirándonos con una mueca.
- Vamos, no perdamos el tiempo; ¡subid! -gritó desde arriba mientras se giraba y agachaba para observar la ciudad-
Extendí mis alas y agarré a Hikaru por la chaqueta; volé velozmente hacia arriba del muro y dejé allí a Hikaru, que parecía mareado. Aizu también voló hasta el muro sin problemas. Me disponía a bajar para ayudar a subir a Leocadia cuando la encontré trepando ágilmente, sin problemas. Llegó arriba y de un salto se puso en pie. Me quedé mirándola perplejo, pues había escalado el inmenso muro incluso más rápido que Ailyn.
- No me mires así por estar más en forma que tú. -bromeó Leocadia mientras me miraba por encima del hombro-
Todos nos agachamos imitando a Ailyn. Ella, por su parte, estaba mirando hacia abajo del muro, dentro de la ciudad. Abajo estaban cinco hombres armados, que parecían proteger la muralla de la ciudad.
- A la de tres saltamos, ¿vale? -ordenó de repente Ailyn mientras se incorporaba lentamente-
Sentí miedo de que al saltar me rompiera una pierna, o ambas. Estábamos a casi cincuenta metros del suelo; saltar desde esa altura era un suicidio. Sin embargo asentí, mirando con preocupación a Aizu, pues en realidad quién más me preocupaba era ella.
- ¡Vale! -dijo Aizu energéticamente mientras se preparaba para saltar-
Ailyn comenzó a contar, y a la de tres, saltamos. Fue increíble sentir la presión del viento, fue como si volaras sin alas; por una vez sentí realmente la fuerza de la gravedad y cuando vi el suelo a un escaso metro de mí cerré los ojos con fuerza.

***

- ¿Hikaru? -comencé a oír torpemente- ¿Estás despierto? -seguí oyendo con dificultad-
Entreabrí los ojos y vi el rostro de Leocadia cerca del mío, mirándome con preocupación.
- ¡Menos mal que has despertado! -rió ella despreocupadamente- Eras el último que quedaba inconsciente y comenzaba a pensar que no ibas a despertar...
Vi cómo Leocadia cogía algo de una mesa y me lo ponía en los labios. Agua. ¡Agua!
- Vaya, tenías sed, ¿eh? -dijo Leo sonriendo-
Comencé a beber ferozmente mientras mis sentidos iban poco a poco recuperándose.
- ¿Qué ha pasado? -pregunté confuso tras terminar de beber-
- Que sois idiotas. -rió Leocadia- ¿A quién se le ocurre saltar sin desplegar las alas? -continuó riendo-
Fruncí el ceño y observé la habitación. Sábanas blancas, techo blanco, paredes blancas, suero... Un hospital.
- ¿Dónde estoy? ¿Y los demás? -pregunté incorporándome con torpeza mientras notaba un fuerte dolor en una pierna y la espalda-
- Es el hospital de Meskai.-respondió Leocadia mientras me ayudaba a incorporarme- No te preocupes por los demás, están con Ailyn en la habitación de al lado. Tampoco desplegaron las alas, creyendo que eran dioses, y se estamparon contra el suelo. No era nuestro plan para entrar en la ciudad pero Ailyn puso una buena excusa y hemos entrado sin tener siquiera que identificarnos. -rió-
Me explicó que al saltar, tanto Yuuto, como Aizu y yo no habíamos desplegado nuestras alas para frenar el choque contra el suelo, y que por tanto, nos habíamos roto un par de costillas y huesos que apenas conocía. Sorprendentemente me contó que Ailyn había disminuido nuestras heridas, dijo que tras poner sus manos en nuestro pecho, piernas y demás, las roturas se habían compactado, curándose. Sin embargo el dolor persistiría un par de días.
- Cuando os caísteis de esa manera, los guardas que había por allí fueron en nuestra ayuda y Ailyn, estratégicamente, les contó que nos habían atacado y estabais malheridos. -continuó explicando mientras iba hacia la ventana y la abría- Si aguantáis el dolor para esta tarde podremos salir del hospital e ir a visitar a ese viejo amigo de Ailyn... Estoy intrigada, Ailyn es tan misteriosa que... -suspiró- Bueno, ¿cómo te encuentras?
- He estado mejor en otras ocasiones... -reí- Pero para esta tarde estaré muchísimo mejor y nos iremos, confía en mí. -dije mirando a Leo con una expresión de resignación-
Leocadia me dejó el almuerzo en la mesa que tenía al lado de la cama, ya llevaba bastante durmiendo. Se marchó despidiéndose con la mano y me dejó solo en la habitación. Comencé a pensar que era una estupidez ir hacia Luonessi sin saber qué ocurría y me levanté, aún dolorido.
- Espero que volváis pronto. -susurré mientras me ponía la chaqueta que estaba al borde de la cama y me llevaba a la boca el trozo de pan que tenía en la bandeja del almuerzo-
Abrí la ventana y comencé a bajar cuidadosamente, agarrándome a tubos, cables y todo a mi alcance, hasta descender completamente hasta el suelo. Aún tenía algo de dinero del que Ailyn me había dado por la mañana, por lo que podría parar de camino a almorzar o a descansar. El instituto aún no estaba demasiado lejos y tenía buena memoria. Para mañana estaría de nuevo en el instituto y... Aizu y Yuuto volverían al siguiente día, pues se darían cuenta de que seguir a Ailyn no nos llevaría a ninguna parte.
Comencé a caminar por las calles atestadas de gente, intentando salir de la ciudad.
- Hikaru. -oí tras de mí, y al girarme, no pude ver nada-

***

- Haberme dicho que volara, ¡idiota! -gritó Yuuto a Ailyn mientras miraba hacia otro lado- Si me dices que salte, ¡pues yo salto y ya está! -continuó diciendo enfadado-
- Vale, vale, quizás no me entendisteis; desde esa altura a las únicas que no nos pasaría nada sería a mí y a Leo, porque yo estoy entrenada y Leo pertenece a una raza trepadora y fuerte; pero vosotros tenéis alas, ¡era lógico que las hubieseis usado! -dijo Ailyn defendiéndose-
Entró Leocadia y comenzó a calmarlos, haciendo que ambos se disculpasen por pelearse. Nos contó que Hika había despertado y me levanté animada. Ya no me dolía nada.
- Aizu, deberías descansar. -me aconsejó Yuuto, pero no le hice caso-
- Quiero ir a ver cómo está Hikaru. ¡Seguro que un poco de compañía le vendría bien! -dije sonriendo mientras abría la puerta e iba a su habitación-

***

De pronto entró Aizu tan pálida como la nieve.
- Hikaru no está. -sentenció en el silencio-