¡Afílianos!

Enséñame a volar

jueves, 28 de enero de 2010

12. ~Capítulo 11: El significado de un sentimiento~

Llegué con Hikaru ya caída la noche, el instituto se veía de lejos, los grandes focos que lo deslumbraban todo me acobardaron un poco; llevaba mucho tiempo sin ver luces artificiales, o al menos, las veía muy pocas veces, pensar que a partir de hoy debería acostumbrarme a vivir rodeado de... Cosas que llevaba sin ver muchísimos años me daba miedo. La última vez que había vivido con cosas artificiales era la vez que vivía en la otra dimensión, con los científicos. Por un momento pensé en que todo aquello podría recrearme el trauma que había vivido; volverme a rodear de tecnología -por poca que fuera esta- me daba muchísimo miedo.
- Oye, no te preocupes, el instituto parece frío pero desde que llegó tu hermana no es como antes... Es ese hogar que nunca tuve... -me dijo de repente Hikaru, como si hubiera leído mis pensamientos-
- Ah... ¿Sí? -pregunté tragando saliva, cada vez estábamos más cerca de todo aquello, de todas esas luces y ese enorme edificio-
- Pero aún no sé qué es lo que me sucede... -dijo casi en un susurro- Es muy extraño, ahora me siento mucho mejor en el instituto que antes, pero aún así... Es cómo si me faltara algo... No sé, es una sensación extraña. -suspiró-
- Será que te estés enamorando -comenté bromeando mientras le daba una palmada en la espalda- Vamos, no te preocupes idiota, serán las emociones. -reí quitándole importancia-
- Sí, quizás. -dijo soltando una risita mientras miraba hacia el instituto- A ti... ¿No te da un poco de miedo cambiar radicalmente de vida? -me preguntó tras unos segundos en silencio-
Su pregunta me chocó un poco, sabía de sobra que me daba miedo, ¿por qué lo preguntaba?
- Bueno, un poco. Supongo que es tecnofobia, como les sucede a los ancianos. -reí como si no me importara hablar de ello.-
- En serio, estarás bien. -dijo sonriéndome-
- ¡No necesito tus amables palabras, criajo! -dije mirando a otro lado un poco sonrojado- No soy un cobarde.
- Se nota, te enfrentas a tus miedos. A veces... Te envidio. -dijo repentinamente-
- ¿Por qué? -pregunté desconcertado-
- Porque te enfrentas a todas tus fobias, porque no te rindes pese a las adversidades que te depara el destino... -suspiró con tristeza-
- Eso no es envidiable, parece algo bueno pero... No sabría decirte si realmente lo es. -dije mirando al cielo que dejaba ver todas las estrellas aquella noche-
- Claro que es envidiable, Yuuto. -dijo en tono reprochador- Si yo fuese capaz de hacer lo mismo... No habría precisado de la ayuda de Aizu... Si no fuera por ella seguiría viviendo en un abismo, alejado de todos y de la felicidad...
- Ahí está la respuesta. -dije haciendo una mueca- ¿No te das cuenta de lo que has dicho?
- ¿Eh? ¿A qué te refieres? -pregunto el muchacho confundido-
- Vivir afrontando tus miedos solo es... Horroroso. Hay varias razones para afirmarlo.
- ¿Sí? ¿Y cuáles son? -interrumpió Hikaru en tono enojado-
- Déjame continuar. Verás, hay una cosa que nos diferencia y es muy simple, tú puedes encontrar la felicidad, pero yo no. -Hikaru fue capaz de contener sus preguntas y siguió escuchando con atención y desconcierto mis palabras- Siempre he pasado todo yo solo, Aizu estaba a mi lado, cierto; pero nunca la metí en mis problemas, o incluso en nuestros problemas. He intentado resolverlo todo yo solo. Es costoso, lo admito, he derramado más lágrimas de las que aparento derramar; he sufrido más de lo que aparento, pero bueno, ¿qué son las apariencias sino una máscara que todos llevamos para proteger lo que realmente somos? -suspiré- Bueno, recapitulemos sobre lo que has dicho. Has dicho que si no fuese por Aizu no vivirías como vives ahora, y dime, ¿qué tiene eso de malo? -le pregunté mirándole de reojo-
- Pues... Que dependo de ella para muchas cosas, y debería aprender a ser independiente. No siempre puedo depender de ella, no lo niegues.
- No lo negaré, pero, ¿qué hay de malo en la dependencia? -pregunté retóricamente- Tú has vivido, como dices, en un abismo durante mucho tiempo. Llegó Aizu y consiguió sacarte del abismo, con lo que podemos decir que gracias a ella estás donde estás.
- Pero si no hubiese llegado estaría en el abismo aún. -interrumpió de nuevo-
- ¿Quién sabe? No podemos afirmar nada. La cuestión es que necesitabas ayuda para salir del abismo y la recibiste. Ahora piénsalo, estás consiguiendo poco a poco eso que tantas personas ansian: la felicidad. ¿Cómo se consigue la verdadera felicidad? Con ayuda. Por mucho que digamos que uno puede ser feliz solo, no es del todo cierto. Es un pensamiento que uno mismo se obliga a creer para no estar triste. Una persona necesita ayuda para ser feliz, ya sea en pareja, con amigos o con dinero; que a mi parecer es la manera más pobre de ser feliz. -dije volviendo mi mirada a las estrellas-
- ¿Y qué quieres decir? -preguntó Hikaru algo confuso-
- Que nunca podré encontrar la felicidad. -respondí secamente- No sé pedir ayuda, soy egoísta, supongo. No quiero ni puedo depender de nadie. Siempre acabo tragándome mis problemas solo, y no deseo que nadie me ayude, sinceramente. Es muy extraño, lo sé; pero no puedo consentir que nadie me ayude con mis problemas. Soy un ser egoísta. Y es por eso que nunca seré feliz. Nunca aceptaré la ayuda de nadie para nada, ni siquiera para alcanzar la felicidad. -suspiré- ¿Entiendes por qué no es tan bueno afrontar tus problemas solo y sin ayuda? Aizu te ayudó a afrontar tus miedos y así conseguiste ser más feliz, pero... Yo los afronto porque no me queda otra, nunca seré como tú. Quizás acabe por tenerte envidia. -terminé por comentar con una pícara sonrisa-

---

- Pero... -Yuuto me había dejado sin palabras. Todo lo que había dicho tenía sentido, quizás había detalles en los que hubiera un error, pero mi cansada mente no consiguió notar el fallo- ¡No digas tonterías! ¡Ya verás como acabas por aceptar la ayuda de alguien! -dije casi en un grito empujándole-
- Bueno, si una tía en condiciones me quiere ayudar a... Bueno, quizás acepte un poco de ayuda de ese tipo... -dijo con una cara más que extraña y ambos nos echamos a reír- No, no, es broma. -dijo entre carcajadas-

Tras largo rato haciendo bromas -y olvidando lo que había dicho, ya que no quería pensar que él fuese a vivir así- llegamos a la puerta del instituto. A Yuuto le impresionó bastante, pero entró sin problemas, aunque en el fondo tendría que estar aterrado.
- ¿Crees que habrá una habitación de sobra para mí? -preguntó Yuuto en voz baja, se le veía bastante acobardado-
- Sí, estoy seguro, y si no la hubiese, te dejo la mía. -sonreí ampliamente mientras él soltaba una pequeña risa- Aún así hoy duermes en mi habitación, seguro que Aizu está ya allí y se sorprenderá mucho al verte. -dije inocentemente-
- Es verdad... Aizu vive contigo... -de pronto su tono sonó algo triste- ¿Qué hará después de tanto tiempo sin vernos...?
- Yuuto... -susurré mientras nos deteníamos en medio del pasillo de la residencia estudiantil-
- Dime... ¿Me odia...? -preguntó bajando la mirada-
- ¡No! -grité levantándole la cabeza- ¿¡Cómo puedes pensar algo así!?
- Sería razonable... -respondió con la mirada perdida-
- ¡Que no te odia, estúpido! -dije dándole una bofetada- ¿Vale?
- Hika... Hikaru... -dijo saliendo de sus pensamientos mientras se llavaba una mano a la mejilla- ... -nos miramos unos segundos y tras un rato en silencio frunció el ceño- ¿¡Por qué me has abofeteado, idiota!? -dijo con mala cara- Bah... Gracias, supongo. -miró a otro lado evitando mi mirada-
- Mira que eres estúpido... -susurré riendo- Vamos, anda, que mi habitación está aún más al fondo.
Caminamos a lo largo del pasillo, él miraba por las ventanas con la mirada algo perdida, ¿qué pensaría aquella cabeza tan... Tozuda?

domingo, 10 de enero de 2010

-Fuera de la historia-

Bueno, ¡hola! (xD para empezar):
Esta entrada es independiente de la historia, sólo venía a decir a aquellos que me estén leyendo que millones de gracias. Aún no escribo muy bien, pese a todo lo que podáis decirme los que me lo han dicho (x3). En fin, ¡a lo que iba!
Esta historia la estoy creando con la idea de hacer un manga sobre ella, con lo que quiero decir que no voy a terminarla en este blog. Esta historia, cuando yo lo crea preciso, se pausará (siento muchísimo a aquellos que la siguen y quieren saber cómo continuará, ¡lo siento!). ¿Por qué hago esto? Os preguntaréis, pues bien, es sencillo. Si termino la historia aquí, no tendrá sentido leer su manga (si es que lo llegase a terminar). Quizás algunos/as opinen que eso da igual, que se leerían el manga aún sabiendo el final de la historia, pero yo no opino lo mismo (^^U). Con esto sólo quería avisaros que un día, aún no sé si cercano o lejano, esta historia terminará en este blog. Se quedará a medias (quizás algunos me odiéis por ello xD) y no creo que la termine aquí. Voy a terminarla en mi pc, en el Word (xD). No quiero que sepáis el final, porque tengo pensado... Presentarme a un concurso con esta historia (aún no lo tengo seguro, pero por si las moscas...). Imaginad que consigo armarme de valor (y tiempo) para presentarme al concurso. Si a alguien le diera por buscar la historia en el buscador, encontraría este blog y leería la historia, por lo que sabría el final y no tendría sentido leerse el manga (¿lo entendéis más o menos?). También me da miedo que alguien (aunque lo dudo mucho, ya que mi historia no es gran cosa) me copiase la idea. Así que, dada las circunstancias, no terminaré aquí la historia. Eso sí, tengo a varias personas, seguidoras cercanas, que, si desean tanto leer la historia, podría dejarles un correo con cada capítulo (Así no sería público, sino privado de cada uno). Hablando de esto, a las personas que me refiero son:
A mi hermana pequeña, María José (Nakumi x3). Gracias por escuchar mi historia, gracias por seguirme y leerme, ¡gracias por hacerte fan! Supongo que me hace ilusión leerte lo que escribo porque sé que eres la que mejor entiende cada cosa que escribo. ¡Gracias de todo corazón!
A mis padres (muchísimas gracias por leerme, no creo escribir tan bien como me decís, pero no me queda otra que creérmelo y seguir escribiendo), que les dejaré leer la historia ya que vivimos en la misma casa y tienen libertad sobre mi ordenador (risas).
A mi amigo Cañete, que me sigue siempre y me publicita con nuestros amigos, ¡muchísimas gracias!, así que supongo, que si quisieras seguir leyendo la historia una vez pausada aquí, podría dejártela leer si me prometes no enseñársela a nadie (ya sabes, ¡privada!).
A mi querida acosadora Carmen (risas), que visto que me sigue también, podría enseñarle los capítulos, siempre y cuando me prometiese también no enseñárselos a nadie, no me gustaría que mis capítulos circulasen por ahí sin mi permiso, y como lo hagas, ¡despídete de tu cuello!
A una pequeña niña llamada Belén, que la rosa enigmática de su avatar me hace risa. Bueno, Belén, qué decirte, a ti es a la primera que, si quisieras leer los capítulos que no estuvieran públicos aquí te los dejaría. ¡Muchísimas gracias por leer lo que lleves!
A mi querida y adorable, entrañable, cosa dulce y mona, guaposa y simpatiquísima Aly, que sé que me sigue y que sé que le gusta la historia (aunque sigo opinando que no es nada del otro mundo xD). Si quisieras leer los capítulos no públicos (sí, así los llamaré), te los dejaré en un correo, ouh yeah. ¡Gracias por leerme!
Al pescadito de Carlos (ouh yeah xD), que si sigue leyéndome (¡gracias!) y quiere seguir haciéndolo tras "cerrar" esto, puedo enseñárselos.
Cris, no sé si me sigues porque llevo tiempo sin hablar contigo, pero si quisieras continuar leyendo la historia no pública, te la dejaría leer sin problemas.
Carnadhiel Elentári, siento que, si aún me sigues, no puedas seguir la historia, ya que no tengo tu correo para pasártela si quisieras seguir leyéndola (aparte de que no te conozco x_x); pero de todas formas, ¡muchísimas gracias por seguirme!
A todos ellos, ¡gracias por seguirme y leerme! ¡Muchísimas gracias!
Y bueno, sólo escribí esto para avisar lo que ocurrirá. Espero que comprendáis el por qué no quiero terminar aquí la historia (bueno, más bien, todo lo que sale aquí no es más que la introducción o menos de la mitad de la historia, por lo que aún queda lo suyo para el desenlace).
Sólo decir, antes de despedirme que, ¡muchísimas gracias a todos mis lectores! ¡Gracias por los ánimos y opiniones! Espero que sigáis la historia hasta su fin aquí, y a los nombrados, si quieren seguir leyéndola, le doy la opción dicha (aunque quizás me eche atrás; quiero dejaros con intriga [risa malvada]). Si veo que nunca haré el manga, quizás termine por contar aquí la historia completa, pero dudo que eso ocurra (esta vez perseguiré mi sueño, ¡ya me harté de renunciar a ellos!), esta vez voy en serio con lo del manga, y también con lo de presentarme al concurso (para informaros, es el V Concurso de Crea tu Manga de Norma Editorial.
Bueno, gracias de nuevo a todos por leerme, esto no es un adiós, sino un hasta luego. Ya apareceré por aquí otro día interrumpiendo la historia (mira que soy plasta). Espero que sigáis leyéndome y dándome consejos para mejorar; también espero que entendáis el por qué de esta entrada y el por qué de pausar la historia.
Me despido ya, que esto se va quedando demasiado largo.
¡Adiós! ¡Volveré para molestar! Gracias a todos, os quiero <3.
~Klober

sábado, 9 de enero de 2010

11. ~Capítulo 10: Un pasado lamentable~

Sin darnos tiempo a hacer nada, los frutos del árbol cayeron al suelo desapareciendo.
- ¿Qué ha sido eso? -me preguntó Hikaru asombrado-
- Son las frutas del árbol, no las encontrarás en ningún sitio. Es más, este árbol es único, nunca verás otro igual. -dije sentándome- Aún quedan preguntas por responder, ¿verdad...? -suspiré cerrando los ojos- Me has preguntado qué somos... Y... No sabría explicártelo demasiado bien...
- Aún así, explícamelo, por favor, Yuuto. -suplicó acercándose-
- ¿Qué te parece si te sientas? No querría que te cansases más de la cuenta... -sugerí. Se sentó a mi lado y miró al cielo, imitándome- Hace unos... 25 años, unos científicos de Shunkee descubrieron indicios sobre esta dimensión;  descubrieron a un chaval, nacido en nuestra dimensión, con alas. Investigaron muchísimo, y dieron con la dimensión. El chico tenía 19 años, y, cómo comprenderás, sentía miedo de lo que harían con él; por eso, un día, usó somníferos con todos los científicos y se hizo con el poder de la investigación. Tras conocer dónde estaba la dimensión, y mediante unas cápsulas temporales que habían creado los científicos anteriormente para invadir esta dimensión; el chico consiguió llegar a esta dimensión y ponerse a salvo. Sin embargo, a los científicos no les sentó nada bien el haber perdido a su queridísimo experimento. -hice una pausa y suspiré-
- ¿Cuánto tiempo dices que hace de eso...? -preguntó pensativo-
- ¿Eh? Bueno... Hace 25 años de que descubrieron al chaval, él, entonces, tenía 19; cuando escapó habían pasado... 3 años, por lo que... Hace 22 años que ese chaval escapó, con 21 años, a esta dimensión. Desde entonces no sé qué pasó con el chaval. Los científicos investigaron durante dos años cómo poder llegar a esa dimensión... Y fue entonces cuando aparecí yo. Habían descubierto una forma de "crear" humanos bastante peculiar. Digamos, para que lo entiendas, que creaban robots con apariencia humana. Me crearon con un objetivo: llegar a esta dimensión e informarles para después invadirla. Gracias a los experimentos realizados con el chico de esta dimensión, consiguieron crearme sin problemas, haciendo que todo mi cuerpo funcionase correctamente. Sin embargo cometieron un error. Crearon un software para darme consciencia, algo así cómo... Un programa que pensara y transmitiera datos, con el que pudieran manejarme fácilmente. -suspiré y le miré. Su cara de incredulidad me sorprendió-
- ¿Estás diciendo que eres una especie de robot? -me preguntó boqueabierto-
- Más o menos. Espera que termine, ¿vale? -Hikaru asintió y volví a mirar al cielo; mirarle a los ojos cansaba, su mirada me distraía- Me crearon hace 20 años, pero no desperté hasta los dos años siguientes, ya que el software falló y tuvieron que perfeccionarlo. Con lo que quiero decir que tengo 18, como tú ahora mismo.
- ¿Y llevas todo este tiempo encerrado en ese cuerpo? -interrumpió Hikaru en tono lastimero-
- Bueno, no es del todo cierto... Verás, cuando me crearon me hicieron con apariencia de niño pequeño, de unos cinco años. Su plan era enviarme a la dimensión y hacerme pasar por huérfano para que alguien me adoptase y descubrir los puntos débiles de esta gente. Había un problema, si se demoraban demasiado en descubrir la forma de entrar en esa dimensión, yo podría crear consciencia y actuar por mi cuenta. También había un detalle algo importante: si pasaban cinco años de mi creación, teniendo en cuenta que mi apariencia era de esa edad, comenzaría a crecer. Las investigaciones en nuestra dimensión estaban muy avanzadas e incluso "robots" cómo tú dices, podían crecer y alimentarse, simulando la misma vida que una persona real. Y pasaron dos años de mi creación y decidieron hacer otra creación para que me acompañase en el proyecto y, que si algún día yo creaba consciencia y me oponía a obedecer sus órdenes, tuvieran otra opción para seguir con el proyecto. De ahí nació la que tú conoces como Aizu.
- ¿Conozco? ¿Quieres decir que antes no se llamaba así? -preguntó curioso-
- Bueno, a las creaciones no se les pone nombre real porque muchos temían poder cogernos cariño al hacer esto, así que nos pusieron códigos. Yo era P-220Q y ella era P-221W. Cuando cumplí 5 años tras mi creación comencé a pensar de forma distinta y a observar mi entorno. Aizu tan sólo tenía 3 años, aunque tuviera la apariencia de una niña de cinco. Una pareja de científicos nos acogieron en su casa para observarnos y escondernos del mundo. Todas las semanas íbamos a los laboratorios y experimentaban con nosotros. Pasó el tiempo, y tuve tiempo suficiente de darme cuenta de lo que sucedía. Yo no sabía que iban a mandarnos a esa dimensión y que iban a utilizarnos como ratones de laboratorio. Un día robé los informes de los que consideraba mis padres, las personas que nos "adoptaron". Descubrí que tanto yo cómo mi supuesta hermana éramos creaciones y por eso nunca nos habían dejado salir. Fue duro pero lo asumí en tan solo unos días, no había tiempo de penalidades, necesitaba salvarme a mí y a Aizu, sobre todo a Aizu, ya que la consideraba mi hermana real. -hice una pequeña pausa cerrando los ojos mientras respiraba con tranquilidad. Se hacía tarde, y demorarse más con la historia haría que Hikaru llegase tarde al instituto- Observé cada paso que daban los investigadores y a los dos años siguientes, mi hermana acababa de cumplir los 5 años pero su consciencia no se percataba de lo que ocurría. Un día conseguí contarle lo que sabía pero no me quiso creer; y al poco tiempo nos llevaron al laboratorio con la idea de mandarnos a esa dimensión y de empezar su plan. Cuando me di cuenta estaba atado a la silla de experimentación y me estaban inyectando un líquido que, para que lo entiendas, al pasar de dimensión, no muriera; no es lo mismo una persona que pasa de dimensión a una ... Máquina. -me dolía admitir ser una máquina, sonaba tan... Vergonzoso- Y tras eso, nos metieron a mí y a Aizu, que también había sido inyectada, en una cápsula. Entonces fue cuando terminé de darme cuenta de que realmente querían llevar a cabo su maldito plan, e intenté salvarnos del destino opiniéndome a entrar ahí. Sin embargo, me inyectaron unos tranquilizantes y... Me obligaron a entrar en la cápsula. -suspiré- Antes de que activasen la máquina, y no sé muy bien cómo, fui capaz de crear un cortocircuito. Creo que fue por... Ondas. Abracé a Aizu para evitar que le sucediera algo, la cápsula estallaría de un momento a otro y podría... Haber matado, o en nuestro caso, "estropeado" a alguien. -me quedé en silencio unos segundos, sin saber cómo continuar-
- ¿Y... Después...? -dijo Hikaru casi en un susurro-
- ¿Después? No estoy seguro. No recuerdo más que un ruido horrible tras abrazar a Aizu, un fuerte dolor en la espalda y en la nuca y la voz de alguien gritando algo cómo "maldita sea" o insultándome. Después de eso, estoy seguro de que dormí durante mucho, mucho tiempo.
- ¿Nunca has hablado esto con Aizu? -preguntó-
- Bueno, se lo he referido, me dijo que sobre eso, recordaba que me quedé inconsciente un tiempo, pero no recuerda cuánto. Además, no me gusta recordarle este tema. -respondí siguiendo con la mirada en el cielo- Después del tiempo que pasase en coma, o inconsciente o lo que fuera que me pasaba...
- ¿Dónde estuviste inconsciente...? -preguntó. ¿Por qué querría saberlo?-
- Fue en un hospital de los mismos investigadores. Allí, por lo poco que me contó Aizu, nos trataban bastante mal. Aizu también me contó que tras mucho, mucho tiempo, vinieron los dos científicos que considerábamos padres y nos llevaron a otra sala sin mediar palabra. Todo esto no lo recuerdo yo, claro está. Solo recuerdo que tras dormir mucho, mucho tiempo; sentí un punzamiento en el pecho y abrí los ojos. Me encontré en una camilla, con una mascarilla y unos enfermeros llevándome hacia dentro de una habitación. Miré a mi lado y vi a Aizu. Entonces fue cuando recordé quiénes éramos y lo que había ocurrido. En la habitación había una cápsula muy parecida a la que anteriormente utilizaron con nosotros y otra máquina muy extraña, a Aizu la llevaron a la cápsula y a mí hacia la máquina... Uno de los enfermeros la puso en marcha y pude ver que se trataba de... Algo así como... Una máquina de triturar. Pretendían deshacerse de mí y mandar a Aizu, sola, a esta dimensión. Pero me levanté de la camilla y pude comprobar que mi cuerpo, antes de niño de unos 7 años, ahora era de un chico de 14. Peleé con los enfermeros que me sostenían y conseguí liberarme. Mis supuestos padres estaban poniendo a Aizu unas ventosas en la cabeza, posiblemente para manejar la información y hacer que al cambiar de dimensión pudieran comunicarse. Luché cómo pude por liberarla y por escapar, pero me dejaron inconsciente tras un duro golpe en la cabeza y cuando desperté, Aizu ya no estaba. Volvía a estar atado y volvía a estar frente a esa maldita máquina de triturado. Aún no sé de dónde saqué tanta fuerza para liberarme de mis ataduras y luchar con los enfermeros y enfermeras encargados de eliminarme, supongo que sería la rabia contenida y las ganas de salvar a mi hermana. Conseguí entrar en la cápsula y ejecutarla para enviarme a esta dimensión. Al llegar, caí en este bosque, en este mismo lugar, y encontré a Aizu tirada en el suelo, desnuda y con los ojos apagados. No respondía, no había conseguido seguir con vida tras cambiar de dimensión. No podía creer que tras tanto luchar ese fuese el final y busqué una manera de traerla de vuelta, aunque tuviese que dar mi vida a cambio. -suspiré. Recordar aquella visión de Aizu, con tan sólo 12 años, muerta, era muchísimo más que duro.- Abracé al cuerpo inerte de mi hermana y unas enormes alas blancas nos envolvieron. Fue... Tan irreal... Un brillante blanco invadió el espacio donde estábamos y una pequeña semilla quedó flotando en el aire, esperando a que alguien la cogiese. Extendí mi mano y la alcancé. Entonces... Escuché una voz en mi mente, una voz masculina. Tuve miedo de que fuese uno de los científicos, pero, aunque no te lo creas... Me dijo que era el mismo chico que había salvado su vida de los mismos científicos. Hablé con él, y me explicó que, si deseaba realmente volver a dar vida a mi hermana, necesitaría tres cosas a cambio: una era sembrar esa semilla, que funcionaría cómo corazón para ella, ayudándole a sobrevivir; otra era el convertirla en Hilye, vuestra raza, es decir, convertirla en humana de vuestra raza, en vez de seguir siendo "robot". Sin embargo, su corazón seguiría siendo sintético, robótico... Para convertir su corazón en uno humano... Me dijo que tendría que ocurrir otra cosa, pero no me dijo el qué. Y la última cosa que tenía que hacer para salvarla era admitir ser robot sin tener opción nunca más de convertirme en humano, y renunciar al blanco de mis alas para convertirme en un ser diferente, que, posiblemente se marginaría en esta dimensión. Acepté las condiciones sin pensármelo dos veces y sembré el árbol. Entonces fue cuando, esa voz se despidió de mí y sólo pude darle las gracias... -suspiré- Recuerdo que de repente me caí y que al despertar estaba en el regazo de Aizu. Ella me explicó que me había desmayado y que había dormido durante muchas horas. No sé de dónde sacaría la ropa que llevaba, o si se la otorgué yo al darle la humanidad. Tuve que manipular parte de sus recuerdos para no hacer su pasado tan doloroso y... Tuve que refugiarme con ella en el bosque tantos años por miedo a que los científicos nos buscasen... Pero cuando te conoció todo cambió... Me parece que... Tú serás el que consiga que tenga corazón. -terminé por decir. La charla había durado más de lo que creía y sin darme cuenta, había profundizado demasiado en detalles... Pero daba igual, Hikaru lo entendería, espero- Y bien, ¿crees lo que te he contado?
- ... -guardó silencio unos segundos y entonces fue cuando me giré para ver su expresión. Estaba cabizbajo y su respiración era entrecortada-
- ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? -pregunté preocupado-
- Te creo... Pero... ¿¡Por qué os ha tocado vivir así!? -dijo casi gritando. Al levantar la cabeza vi cómo de sus preciosos ojos caramelo brotaban lágrimas de dolor- Yo... Quiero que... También seas feliz como Aizu... -murmuró entre sollozos-
- Hika... Hikaru... -susurré impresionado. No sabía por qué el chico estaba llorando, no sabía que fuese tan...  Sentimental o... Mejor dicho, tan buena persona- Vamos hombre, no llores. -dije riendo costosamente, intentando quitarle importancia al asunto- Mientras Aizu esté bien, yo lo estaré. -sonreí con un poco de falsedad-
- No mientas... Tú no estás bien, te alegras de que ella lo esté pero... No puedes estarlo... -susurró mientras seguía llorando-
- No importa... Aún queda mucho tiempo para que esté totalmente bien, ¿no crees? -dije intentando consolarle. Nunca fui bueno consolando a alguien que llora- Vamos, ¡no llores más, estúpido! -dije con una pequeña sonrisa forzada, notaba cómo mis ojos luchaban en no dejar salir las lágrimas-
- Pero... Lo siento tanto... -susurró abrazándome. No entendí por un instante por qué me abrazaba, era muy, muy extraño para mí. Esto hizo que no pudiera aguantar más y terminé por dejar a mis lágrimas caer-
- No... No llores más, estúpido, estará bien. -dije correspondiendo al abrazo, ese abrazo que nadie quiso darme durante tanto tiempo-
- ¿Por qué no vienes al instituto...? Allí... Todo es diferente y... Puedes comenzar a solucionarlo todo... -me propuso Hikaru separándose de mí mientras limpiaba sus lágrimas y se sorprendía al ver las mías-
- ¿Eh...? ¿Yo? ¿Ir al instituto? -dije incrédulo, ignorando totalmente las lágrimas que recorrían mis mejillas-
- Claro... ¡Ven! Seguro que Aizu se alegra un montón. -dijo él jovialmente, con una sonrisa en sus labios- ¿Qué me dices?
- ... -lo pensé durante unos segundos. Mis alas eran negras, me marginarían, pero recordé que Hikaru también las tenía (lo había descubierto por los recuerdos de Aizu) y que le iba bien gracias a Aizu- Supongo que... Podría intentarlo. -dije volviendo a mi estado de duro, de chico que pasaba de todo, aunque claro, después de la escenita, quedaría bastante falso; cosa que hizo reír a Hikaru-
- Es tarde, vamos, Aizu sabe apañárselas con el director; mañana te inscribirá, pero hoy duerme allí con nosotros, ¿vale? -siguió diciendo con una sonrisa mientras se ponía en pie-
- Oye, oye, no me mandes lo que debo hacer, ¿eh? -dije con mala cara, aunque Hikaru volvió a reír-
Me levanté y nos encaminamos hacia el instituto. No pude creer cómo me había convencido, pero lo había hecho. ¡Maldito Hikaru!

viernes, 8 de enero de 2010

10. ~Capítulo 9: No somos lo que parecemos~

Yuuto se limitó a mirarme durante mucho, mucho tiempo. No sé el rato que pasamos intercambiando miradas, clavando nuestras miradas como si de garras se tratasen. La serenidad de mi mirada, la súplica de la misma, la exigencia de una respuesta; supongo que todos estos factores hicieron que Yuuto acabase por separar su mirada de la mía, rindiéndose ante mí mientras suspiraba.
- ¿Y bien? -inquirí-
- ¿Bien qué? -preguntó él mientras bajaba del árbol donde aún seguía sentado y me miraba con burla- ¿Querías algo?
- ¡Respuestas! ¡Ya te lo he dicho! -dije en tono enfadado acercándome a él con brusquedad, incluso a mí mismo me sorprendí-
- A mí no me hables así, niñato. -me dijo en tono serio, borrando esa mirada burlona anterior para clavar sus inquietantes ojos rojizos en los míos-
No pude hacer otra cosa que silenciarme y bajar la mirada. Él tenía las respuestas, enfrentarme no haría que me las diese, sino, en el peor de los casos, todo lo contrario.
- Querías saber dónde había estado estos dos años en los que ni tú ni Aizu me habíais visto, ¿no es así? -me dijo levantando mi rostro con su mano- He estado en otro lugar. Necesitaba encontrar unas cosas, así de sencillo. ¿Dónde? -dijo quitándome la palabra de los labios- En un lugar alejado de aquí, no te interesa dónde, ¿vale? -su tono sonaba exigente, amenazador, pero sin ánimo de acobardar.-
- No te preocupes, no te voy a obligar a darme información de más; pero has preocupado a Aizu, y eso no se debe hacer. -repliqué-
- Lo sé, lo sé... Pero en fin, ¿qué iba a hacer? No me quedaba otra opción que ausentarme este tiempo, Hikaru. -que me nombrase me sorprendió, siempre creí que me odiaba y que por ello nunca me hablaría o me nombraría- Y ahora... Preguntaste sobre el árbol... Supongo que me veo casi obligado a contártelo, pues sino, se lo preguntarías a Aizu y crearías un problema... Así que...
¿Un problema? No entendía lo que quería decir, aún así, asentí y le escuché atentamente. Su mirada era serena, transmitía calma y, quizás, algo de miedo.
- Este árbol lleva aquí desde que llegamos Aizu y yo. Aún no puedo decirte por qué existe, pero lo planté yo tras... Hacer algo con Aizu.
- ¿El qué? -interrumpí-
- No es aún el momento de contártelo, sé paciente. -respondió, esta vez, con calma- El árbol se compenetra con los sentimientos y el estado de ánimo de Aizu. Es algo así cómo... Su "segundo corazón". Cuando lo viste, hace dos años, era pequeño y estaba marchitado; porque pese al tiempo que llevamos en esta dimensión, que son cuatro años, ella no ha vivido feliz. Siempre ha creído que nuestros padres nos utilizaron y ha vivido mal por ello. Aunque Aizu parezca una chica fuerte... Es bastante débil. Sin embargo, tras conocerte, después de lo que pasó en este mismo lugar, cuando viste el árbol; ella comenzó a sentir la felicidad, y el árbol creció y creció, haciéndose fuerte. Este árbol es... Algo así como lo que siente Aizu, para que lo entiendas. -dijo resumiendo costosamente. Ese árbol era algo más que eso, eso estaba asegurado pero, ¿qué?-
- Y... ¿Por qué el tiempo... Transcurre tan rápido aquí? -pregunté con temor a la respuesta-
- No es este sitio. El tiempo no transcurre rápido aquí. -respondió a modo de acertijo- ¿Has venido al bosque otras veces?
- Sí, dos. Vine con Aizu a dibujar y otra vez de excursión, ¿por qué lo preguntas? -dije interesado-
- En esas dos ocasiones el tiempo transcurrió normal, ¿verdad? -siguió diciendo-
- Claro. ¿Por...? -entonces me di cuenta de adónde quería llegar- ¡Claro! El bosque no ha manejado el tiempo mientras que estuve con Aizu, sin embargo...
- Sí cambia cuando estás conmigo. ¿Lo entiendes? -dijo con una sonrisa burlona pero una mirada resignada- Yo soy el único culpable del paso del tiempo. -terminó mientras suspiraba y levantaba la vista al cielo- Tampoco puedo contarte por qué sucede eso. Aún no es el momento...
- Pero, ¿lo sabré pronto? -pregunté con curiosidad-
- No lo sé, sólo sé que lo sabrás.
- Y... ¿Qué pasó con Aizu aquel día...? -pregunté aún con más temor-
- Sus datos... Se sobrecargaron. Aunque ella no lo admitiese, yo me di cuenta y me vi obligado a borrarle parte de sus recuerdos y a ayudarla... -me sorprendió su respuesta, ¿sobrecarga? ¿datos?-
- ¿Datos? -pregunté con asombro- ¿Qué quieres decir...?
- Aizu y yo no somos como tú, ella aún no lo sabe pero... Tuve que hacer algo enormemente pesado para conseguir un mejor futuro para ella.
- ¿Qué sucede en vosotros...? ¿Es alguna enfermedad? Hay hospitales en la...
- No es eso, Hikaru. -interrumpió bajando la mirada- Éramos... Creaciones.
- ¿Creaciones...? -un sudor frío comenzó a recorrer mi rostro y todo mi cuerpo se heló- ¿Qué quieres decir?
- No somos humanos, o lo que quiera que seáis vosotros. -dijo tajantemente, sin levantar el rostro-
- ¿Qué sóis...?

---

- ¡Chicas, me vuelvo al instituto que tengo que terminar de recoger mi habitación! -nos dijo Charlotte antes de irse-
El partido de hoy había sido divertido. Empate, cómo de costumbre. Reine y yo eramos las mejores jugadoras del club, he de admitirlo, pero Charlotte, Suko y Miney-chan eran excepcionales juntas. Suko y Miney también se fueron pronto, y en la playa nos quedamos tan solo Reine y yo.
- Ai-Aizu... -dijo de repente entrecortadamente Reine- ¿Desde cuándo conoces a Hikaru?
- ¿Eh? ¿A Hika-chan? -repetí llevándome un dedo a los labios- Pues... Desde hace dos años, si no me equivoco, es muy buen chico, ¿no crees? -dije jovialmente con una sonrisa- ¿Lo preguntas por algo en...? -al mirarla vi cómo se sonrojaba ligeramente y me asombré- ¿Te gusta Hikaru?
- ¿EH? ¿Qué? ¿A m-mí? ¿Hi-Hi-Hi-Hika-Hikaru? -dijo ella tímidamente-
- ¿Desde cuando? -insistí sacando la lengua- Vamos, no voy a contárselo a nadie, tranquila. -sonreí-
- Bu-bueno... -tartamudeó con indecisión- C-cuando... Vi-vinisteis a mi cum-cumpleaños... -seguía tartamudeando, sin lugar a dudas, algo sentía por Hikaru- Él m-me... Ayudó a poner las velas a la tarta y... Me-me felicitó y... F-fue muy amable... -dijo con vergüenza-
- ¡Con lo mona que eres seguro que él también se fijó! ¡Déjamelo a mí! ¡Le sacaré todo lo que siente! -dije con decisión y emoción- Bueno, y ahora, me vuelvo al instituto, ¿vienes conmigo o...?
- Lo siento, tengo que ir a hacer unos recados... -dijo apenada-
- Tranquila, pero, ¿no es un poco tarde?
- No te preocupes, estaré bien.
Tras despedirnos vi cómo se adentraba en la ciudad, no pude evitar sentir miedo. Una chica tan tímida y tan inofensiva como Reine... ¿Cómo podían dejarla sola? ¿Y cómo le mandaban recados a esas horas? Sin poder hacer nada tuve que volver al instituto, preocupándome por mi amiga, esperando que no sucediera nada.
- ¡Qué fuerte! Ahora Hika-chan tiene una admiradora... ¡Cómo mola! ¡Haré de cupido! -grité emocionada- ¡Ups! -me tapé la boca. Nadie debía saberlo, seré idiota.-

---

De pronto, en las ramas del árbol, comenzaron a salir frutos, ¿qué ocurriría en la mente de Aizu?

miércoles, 6 de enero de 2010

9. ~Capítulo 8: Rutina~

Tras el día en el encontré a Aizu en el bosque, con aquellas alas, sólo estuvimos en otras dos ocasiones allí. Una vez por una excursión escolar, y otra, para pintar el paisaje -Aizu adora dibujar, y lo hace bastante bien-. Pero en ninguna de esas dos veces vimos a Yuuto, ni rastro del hermano de Aizu. Aizu llegó a preocuparse, pero pensó que quizás estuviera enfadado y dejó su preocupación; si estuviera enfadado, no tendría razones, ella era libre de estar con quién quisiera y donde quisiera.
Aizu se hizo bastante popular en el instituto, era buena estudiante, era muy simpática -y según todos los chicos, una belleza; aunque claro, yo nunca me había fijado en el físico de Aizu, sólo estaba de acuerdo con los demás en que el color verde de sus ojos era fascinante-; estaba apuntada a varios clubes, incluso había creado uno: el de música. Ese club había triunfado. Aizu tuvo que enfrentarse al director, que, curiosamente, se sometió a la voluntad de esta. Incluso yo había decidido apuntarme al club de Aizu, y estaba aprendiendo a tocar el piano gracias a ella.
También, gracias a Aizu, había conseguido hacer amigos en el instituto. La gente ya no me trataba como a un bicho raro, me hablaba, incluso me ayudaba en los deberes y me invitaban a fiestas. Aizu me obligó a ir a la fiesta de cumpleaños de una amiga nuestra, y debo admitir, que me lo pasé bastante bien.
Desde que el director se enteró de que soy "íntimo amigo" (sí, asi me dijeron mis compañeros) de Aizu, no volvió a maltratarme, aunque sigue tratándome con asco, no es nada. También hubieron las típicas peleas entre chicos por otras chicas, sobre todo por Aizu. Aunque Aizu siempre acababa por meterse en la pelea, maltratar a los "luchadores" y decirles con frialdad que ninguno era su tipo -a veces, incluso me daban pena los pobres chicos-.
Otro detalle: siempre que tocaba educación física desparecía. Me daba miedo que Aizu supiera que no podía volar... Pero un día Aizu me obligó a ir a la clase de educación física, y tuve que contarle lo que pasaba. Pese a todo, y pese a mis miedos, no se rió ni se extrañó, al contrario; convenció a todo el alumnado para que se esforzara conmigo, para integrarme en la clase y que intentasen enseñarme a volar. Toda la vida parecía de ensueño, excepto el detalle de que seguía sin poder volar, pese al esfuerzo de toda la clase. Aizu nunca se rendía y seguía intentando ayudarme cada día más, pero no conseguía volar.
Sin embargo, en educación física me divertía, gracias a mí -o eso decía la profesora- estábamos ejercitando las piernas y otras partes del cuerpo. Antes, por lo visto, sólo ejercitaban las alas, olvidando todo lo demás; pero así todos decían que sería mejor.
Y así, mientras mi vida cambiaba completamente, encontrando incluso la felicidad; pasaron los años.
En dos años no vimos al hermano de Aizu por ninguna parte... Es como si hubiera desaparecido. Y Aizu llegó a preocuparse, aunque no lo admitiera -ella es así-. Un día, mientras Aizu estaba en el club de voleibol terrestre (lo hacían en una playa, cerca del instituto), me acerqué al bosque. Necesitaba saber qué había ocurrido con Yuuto.
Me adentré en el bosque, intentando recordar el lugar donde lo vi por última vez, ese árbol pequeño e inerte. Puse todo mi empeño en encontrarlo, pero no había manera. Anduve durante casi dos horas, sin rumbo. Justo cuando creía haberme vuelto a perder me choqué con una gran rama, el golpe en la cabeza fue bastante doloroso, por lo que tuve que contener las ganas de patear el maldito árbol. Cuando miré al árbol, para mi sorpresa, encontré un cuervo posado en la misma rama con la que había chocado.
- ¿¡Yuuto!? -grité sorprendido mientras deseaba acertar-
- Ya te avisé hace tiempo, no deberías andar por aquí cómo tal cosa. -exclamó el cuervo mientras salía volando-
- ¡Espera! -grité mientras corría tras él- ¡¡Espera!! -seguía gritando, pero después de correr durante un buen rato me rendí y, jadeando, caminé por el bosque. Me parece que volvía a estar perdido.-
Tras caminar durante casi media hora volví a toparme con el árbol de antes. Me senté allí y suspiré echando la mirada al cielo. Ahora lucía azul, algunas nubes te retaban a imaginar qué serían, el tiempo era agradable y la brisa, fresca y suave, te acariciaba con dulzura. Se parecía tan poco a aquel día en el que conocí a Yuuto... La brisa movió suavemente las ramas y las hojas del grandísimo y verde árbol, y justo encima de este, en el cielo, pude ver...
- ¡La señal! -grité poniéndome en pie sorprendido-
¿Era acaso ese lugar el mismo lugar dónde conocí a Yuuto? ¿Era ese gran y bello árbol el viejo y desgastado árbol de aquel entonces?
Esa mancha negra que simulaba ser una nube; en el cielo azul de ahora, parecía tan irreal... Pero afirmaba que este era aquel árbol, eso estaba asegurado.
Miré al suelo y encontré una pluma sucia, era blanca, pero del paso del tiempo se había vuelto gris. Justo cuando cogí la pluma oí el ruido de unas campanas. Agudicé el oído y pude escuchar esas campanadas que llevaba tanto sin escuchar. Las mismas campanadas de hace dos años, las campanadas que anunciaban las 8 de la noche. Y entonces me acordé de aquello que nunca pregunté a Aizu, ese día... ¿¡Qué había sucedido!? ¿¡Cómo aquel día había oído las campanadas y al llegar al instituto era de noche!? Y... Ahora... ¿Por qué ese árbol, antes muerto, ahora estaba así?
Vi entonces a Yuuto, en forma animal, sobre el árbol.
- ¿Qué querías? -dijo el cuervo mirándome profundamente-
- Yuuto... ¿Dónde has estado todo este tiempo? -pregunté-
- ¿De verdad querías saber sólo eso...? -preguntó Yuuto mientras volvía a su forma humana, sentándose en la rama del árbol- Vamos, ¿no tienes una pregunta más... Importante? -insistió con esa pícara sonrisa, con la misma sonrisa de hacía dos años de superioridad, egocentrismo, pero que inspiraba una confianza muy extraña, en sus labios.-
- Sí... ¿Qué es todo esto? ¿Qué ha ocurrido con el árbol? ¿Dónde te has metido? ¿Por qué... Sonaron las campanas aquel día...? ¿Por qué... El tiempo pasó tan rápido...? -pregunté con algo de miedo, el miedo a las respuestas-

domingo, 3 de enero de 2010

8. ~Capítulo 7: Confesión ~

Aizu se quedó ahí, mirándome, sin decir palabra alguna. Su hermano, por lo que había entendido, se sentó en el suelo mientras miraba al cielo. Y yo simplemente me quedé allí, de pie, mirando a Aizu con preocupación. Sus ojos, tan radiantes como hacía unas horas, ahora estaban perdidos en los míos; su mirada era inquietante, no sabría decir si simplemente me miraba o si intentaba decirme algo con la mirada. De repente oí las campanadas del pueblo, cercano al instituto. Si no recordaba mal, una vez, oí a dos chicos hablar sobre la torre del reloj del pueblo. Sus campanas sonaban justo a las 8 de la noche. Anunciaban el comienzo del atardecer y avisaban a las gentes, en tiempos antiguos, que caería la noche pronto.
Al oír aquellas campanadas salí de mis pensamientos, ¿qué significaban esas campanas? ¿¡Que eran ya las 8 de la noche!? Eso era totalmente imposible, hacía muy poco que habían dado las 12 del mediodía, es más, justo cuando salí por la ventana de mi habitación, si no recordaba mal, todos los alumnos iban al comedor a por el almuerzo; por lo tanto, era imposible que fuesen las 8. Como mucho serían las 3 o las 3 y media... Pero no podían ser las 8.
- Oye, podrías haberte presentado, llevo esperando saber tu nombre un rato, ¿sabes? -oí decir a Yuuto de pronto-
- ¿Eh? -negué con la cabeza como intentando despertar de un sueño y volví mi mirada hacia Yuuto- S-Soy Hikaru, Hikaru Katsunaraku Fujita. -contesté haciendo una pequeña e inconsciente reverencia-
- Qué educado... Bueno, y dime, ¿qué haces por aquí? -dijo él mirando al cielo con indiferencia-
- Aizu... Tiene que volver conmigo al instituto. E-es mi compañera de habitación y...
- ¿Y? -interrumpió él poniéndose en pie mientras se acercaba a mí- No pienso dejar que pise ese instituto de nuevo, vi lo que sucedió con el director, sé que no eres precisamente su ojito derecho... Y sé que vas a acabar acarreando problemas a Aizu, así que deja que me ocupe yo de ella.
- ¿Y ella no puede opinar? -dije algo enfadado-
Yuuto hizo una mueca y suspiró. Se quedó un rato observándome y volvió a suspirar, mordiéndose el labio. Se volvió a Aizu y caminó hacia ella.
- Bueno... Tienes razón... Dejemos que ella hable... -dijo a regañadientes mientras chasqueaba los dedos frente a su cara-
Aizu parpadeó unos instantes, se frotó los ojos y me miró sorprendida. Miró a su hermano y volvió a dirigir su mirada a mí. Vi cómo en su cara se dibujaba una expresión de... ¿Tristeza? ¿Culpabilidad? ¿Miedo?
- Hikaru... ¿Cuando has...? -dijo bajando la mirada, algo muy extraño en ella-
- Lleva aquí mucho tiempo, y ya le he contado lo nuestro, Aizu. -dijo su hermano respondiendo por mí mientras se volteaba y me miraba-
- Aizu... ¿Qué sucede? ¿Por qué no me contaste lo de tu hermano...? Y... ¿Por qué te fuiste así...? -evité preguntarle sobre esas grandes alas que ahora poseía en su espalda, temía que hablar de ello le resultara incómodo... Aunque, encontrarse en esa situación ya era demasiado incómodo-
- ... -Se quedó en silencio unos segundos, posiblemente meditando lo que iría a decir-

---

La pregunta de Hikaru fue tan directa que no supe qué decir... ¿Cómo le iba a contar lo que ocurría...?
- Aizu, no haces falta que le contestes, lo haré yo. -dijo de repente mi hermano- Hikaru, Aizu es...
- ¡¡Cállate!! -grité mirando con furia a Yuuto- ¡Que seas mi hermano no te da derecho a elegir siempre lo que debo hacer, ni a hablar por mí!
Yuuto calló, bajó la mirada y suspiró. Sus alas le envolvieron y se convirtió en cuervo de nuevo, y sin despedirse ni decir nada, se fue volando lejos de allí.
- Aizu... Tu hermano... También tiene... -dijo casi en un susurro Hikaru-
- Sí, tiene las alas negras, como tú. -respondí con indiferencia-
- Y... ¿Podrías responder a mis preguntas? -volvió a insistir Hikaru-
- Por... Por supuesto. -dije volviendo a bajar la mirada, con miedo a la reacción que mis palabras tendrían sobre él- Empezaré desde el principio... Desde el verdadero principio. Mis padres eran de la dimensión de Shunkee, eran investigadores de dimensiones, de mitos, leyendas y de razas. Tras juntarse, ya que en esa dimensión no existe lo conocido como boda, donde dos personas se casan; nos tuvieron a mi hermano y a mí. Mi hermano es dos años mayor que yo, por lo que nos criamos bastante unidos. Cuando tenía cinco años, mis padres nos llevaron a su laboratorio para "enseñarnos" unas pruebas. -tragué saliva. Para mí no era muy gratificante recordar todo aquello, sin embargo, le debía una explicación- Tras una semana haciéndonos pruebas, mi hermano comenzó a sospechar sobre lo que ocurría con mis padres. Me dijo que creía que iban a experimentar con nosotros, y yo, como tenía fe ciega en mis padres, no le creí. Un día, mis padres nos volvieron a llevar al laboratorio y nos inyectaron un líquido muy raro... Aún hoy no sé qué era... -suspiré- Tras eso nos metieron en una especie de... Cápsula gigante. Mi hermano se opuso a mis padres, y le inyectaron un tranquilizante... Después sólo recuerdo cómo mi hermano me abrazaba protegiéndome de algo, cómo un ruido horroroso invadía el espacio y cómo mi vista se perdía en un blanco intenso. Luego desperté en una cama parecida a la de un hospital y... Vi a mi hermano a mi lado, en otra cama. Estaba malherido, tenía una venda en la cabeza, magulladuras y parecía no estar consciente. Pasamos así semanas, meses. No sabía qué había ocurrido, ni dónde estaban mis padres y tampoco qué hacíamos allí. Ninguna enfermera ni ningún médico respondía a mis preguntas, nos trataban como a bichos raros, con miedo y repugnancia. Y un día, de pronto, vinieron mis padres a la habitación y nos llevaron en la camilla hacia otra sala. Mis padres tampoco respondían a mis preguntas, se limitaban a usar mascarillas y a transladarnos a mí y a mi hermano inconsciente a otra habitación. -suspiré y me acerqué a Hikaru, quién me escuchaba atentamente, sorprendido, sin saber cómo reaccionar- En la otra habitación... No recuerdo lo que había, sólo recuerdo que tras entrar, mi hermano recobró el sentido, peleó con los allí presentes pero que fue vencido y... Que luego despertamos en esta dimensión, en este bosque. De eso hace casi tres años. Hemos vivido por aquí en forma animal durante esos años. Entonces fue cuando nos dimos cuenta de que teníamos alas... Él sabía convertirse en cuervo, yo, en cambio, no sé convertirme en nada... -había contado todo evitando la mirada de Hikaru, pero me atreví a subir la mirada. Me encontré su mirada, ahora preocupada, clavándose en la mía- Y... Me inscribí al instituto para formarme en esta dimensión y algún día encontrar alguna respuesta sobre lo que ocurrió en mi dimensión... -suspiré- Mi hermano no estaba de acuerdo, teme que no sea capaz de defenderme sola en el instituto pero... ¡Soy capaz! -dije convencida-

---

No podía creer lo que Aizu me había contado... Era... Demasiado. Aún quedaban muchas preguntas por responder, pero con saber eso de ella... Por ahora estaba bien. Sabía que contármelo le había costado, por lo que no iba a exigirle más respuestas. Me acerqué a ella y le abracé. Noté cómo dudaba si abrazarme o no, pero terminó por abrazarme.
- Siento haberte mentido... Hikaru. -susurró-
- No importa, además... No me ha gustado tener que obligarte a contarme eso... Eras libre de contármelo o no... -dije separándome un poco de ella-
- Quería contártelo, pero no sabía cómo... -siguió susurrando-
- ¿Volverás conmigo al instituto?
- Claro. -dijo sonriendo mientras sus alas se escondían de nuevo en su espalda, desapareciendo-

---

Volví a mi forma humana, ser cuervo era un incordio, y más, cuando tienes una pata herida. Me senté en un árbol y cerré los ojos.
- Aizu... Si supieras que papá y mamá no son quienes crees... -susurré notando la lluvia caer sobre mi cara, notando el viento soplar bruscamente-

sábado, 2 de enero de 2010

7. ~Capítulo 6: Silencio~

Seguía corriendo como podía, de repente el cielo se había enfurecido aún más y comenzó a llover con más fuerza mientras unos horribles rayos deslumbraban en el cielo.
El bosque estaba encharcado, el viento soplaba bruscamente y solo se escuchaba los graznidos de un pobre cuervo que, posiblemente, estuviera malherido: esos graznidos lamentables no eran comunes.
Ya llevaba mucho tiempo corriendo cuando me di cuenta de que no había hecho otra cosa que correr en círculos. Frené en seco y miré el cielo, estaba tan oscuro que podría decirse que anochecía, cosa imposible, teniendo en cuenta que apenas sería el mediodía. Me mordí el labio inferior suavemente mientras, mirando al cielo, escuchaba todo a mi alrededor. Conseguí escuchar entonces, cosas que antes no había escuchado: el piar de un gorrioncillo en algún árbol, posiblemente asustado; el ladrido de un perro enfurecido o asustado por la tormenta; el crujir de cada rama, el sonido aterrador del viento que cada vez soplaba con más fuerza... Y el latido de un corazón acelerado: mi corazón.
- Aizu... ¿Dónde te has metido? -susurré cerrando los ojos-
- ¡Kweeeee! -oí de repente a lo lejos, cómo si el cuervo me pidiese ayuda-
Entonces abrí los ojos y me dirigí hacia donde había escuchado al pobre cuervo graznar. Detrás de unos arbustos, enganchado a una trampa, hallé al pobre cuervo intentando escapar.
- ¿A ti también te tienen miedo...? -le susurré mientras le salvaba de esa trampa, sacando con cuidado la pata del animal de la trampa-
- ¡Kweee! -respondió el animal, no sé si en señal de gratitud, o de miedo, o de afirmación a mi pregunta mientras salía volando y desaparecía entre los árboles-
Suspiré y miré la trampa, quizás, si yo fuese sido ese cuervo, habría muerto ahí. Miré mi mano, me dolía bastante de nuevo, y la tenía muy sucia; seguramente acabaría por infectarme la herida...
Caminé por el bosque, desorientado, cuando oí detrás de mí una voz masculina.
- ¿Sabes que no deberías rondar por aquí como si tal cosa? -me giré y vi a un chico alto y esbelto, con el cabello moreno, el flequillo casi le cubría los ojos y su ropa era... Distinta a la que pudiera haber llevado alguien como yo.-
- ¿Por qué...? -susurré dando un paso atrás, sin darme cuenta la nueva presencia de aquel chico me había acorralado- ¿qué has dicho...? -seguí susurrando. Recordé a Aizu y sentí cómo de mi interior brotaba una fuerza de voluntad increíble, y cómo una seguridad extraña se apoderaba de mí- ¿Has visto por ahí a una chica bajita, con el pelo marrón, largo, recogida en dos coletas, con flequillo...?
- Cállate. -me interrumpió girándose bruscamente- Sé perfectamente de quién me hablas, ¿vale? Y ahora largo.
- ¿¡Qué!? ¿Sabes dónde está?
- Aizu.
- ¿¡Dónde está!?
- ¿Sabes que aizu significa en japonés "señal"? -comentó indiferente a mi tono enfurecido de voz-
- ¿Señal...? -repetí extrañado- ¿Y qué?
- ¿Has visto la señal que hay en el cielo?
- ¿Señal...? -volví a repetir como un idiota mientras miraba al cielo. A la derecha, en un punto muerto del cielo, se vislumbraba una nube tan negra como el carbón, tan negra como mis alas.- ¿¡Está allí Aizu!? -dije volviendo la mirada hacia donde se encontraba el chico-
Misteriosamente ahora allí no había nadie, estaba solo. Aún sorprendido comencé a correr hacia donde estaba la extraña nube. Corrí hasta llegar a una zona desierta en el bosque, había un pequeño árbol sin hojas, muerto, y justo encima, en el cielo, la fea nube. La lluvia allí parecía ser ácida, parecía que la lluvia había acabado destrozando el paisaje, aunque eso no fuese así.
Cuando me acerqué al árbol pude descubrir algo: el cuervo de la pata herida estaba allí, en el árbol, mirándome fijamente. Me acerqué a él y miré sus ojos, por un momento, en mi cabeza se dibujó una estúpida idea.
- ¿Eres tú, Aizu? -le pregunté al cuervo agachándome, el árbol era muy pequeño-
De pronto el cielo escupió uno de sus horribles rayos a tan sólo unos metros de allí, sobresaltándome, haciendo que me girase.
- Maldita sea... Si esto sigue así... Estoy perdido... -susurré-
Volví a girarme para ver al cuervo, pero en lugar de eso encontré a una chica de espaldas, con el pelo marrón, largo, suelto. Llevaba una ropa desgastada, rota, sucia y al verla de espaldas, sólo pude intuir que podría tratarse de Aizu. Me quedé parado, pensando qué podría haber sucedido con el cuervo, creyendo que Aizu había sido aquel cuervo alguna vez... Pero eso era imposible.
De repente la figura humana, aún sin darse la vuelta, levantó el brazo, y el mismo cuervo herido de hace unos instantes se posó con delicadeza sobre su mano. Mirándome fijamente de nuevo.
- ¿Aizu...? -murmuré acercándome a la chica-
Justo cuando estaba a punto de poner mi mano sobre su hombro oí el estruendo de otro rayo. De repente, de la espalda de la chica, crecieron dos hermosas y grandes alas blancas. Di un par de pasos atrás para no chocar con ella y quedé en silencio... ¿Quién era ella y qué estaba sucediendo?
El cuervo extendió sus alas y, cómo una persona que estuviera harta de su vida y quisiera poner su fin, se dejó caer hacia atrás de la mano de la chica. Antes de rozar el suelo sus alas se volvieron tan grandes como las de la chica y envolvieron a la criatura. Cuando las alas del animal, ahora enormes, de un negro tan puro y hermoso que resultaba extraño, se abrieron, mostraron, en vez de un pájaro negro y sin ánimo; a un chico de cabello negro, al mismo chico que había visto hacía poco.
- ¡Tú! ¿Qué le has hecho a Aizu? -grité con ira mientras me atrevía a dar un paso-
- ¿Haber hecho...? -dijo con una pícara sonrisa en sus labios- Vamos, siempre ha sido así, yo no le he hecho nada.
- ¡Claro que le has...!
La chica se volteó y me quedé mudo. En silencio. Sus preciosos ojos verdes se clavaron en los míos. Aizu me miró con suma delicadeza mientras el chico, desde atrás, rodeaba sus caderas con los brazos.
- ¡¡No la toques, imbécil!! -grité enfurecido mientras me acercaba a ambos para obligarle a quitar sus manos de encima de ella-
- Tranquilo, chaval, tan sólo es mi hermana, no voy a tocarla, no me van esos rollos. -dijo quitando las manos de ella mientras caminaba, rodeando a Aizu, hacia mí-
- ¿Tu her...? -pregunté sorprendido, quieto, sin saber qué decir-
- Mi hermana. Vamos, ¿ni siquiera te ha dicho que tiene un hermanito mayor? -dijo con burla mientras se paraba frente a mí- Encantado, soy Yuuto. -me dijo de nuevo con su fresca y pícara sonrisa en los labios.-
Seguía sin poder creerme que esa chica, con esa ropa tan estropeada, seguramente a causa de la lluvia; con esa apariencia tan delicada y que no mediaba palabra alguna, fuese Aizu... Sin embargo... Sus ojos decían ser ella.