¡Afílianos!

Enséñame a volar

jueves, 28 de enero de 2010

12. ~Capítulo 11: El significado de un sentimiento~

Llegué con Hikaru ya caída la noche, el instituto se veía de lejos, los grandes focos que lo deslumbraban todo me acobardaron un poco; llevaba mucho tiempo sin ver luces artificiales, o al menos, las veía muy pocas veces, pensar que a partir de hoy debería acostumbrarme a vivir rodeado de... Cosas que llevaba sin ver muchísimos años me daba miedo. La última vez que había vivido con cosas artificiales era la vez que vivía en la otra dimensión, con los científicos. Por un momento pensé en que todo aquello podría recrearme el trauma que había vivido; volverme a rodear de tecnología -por poca que fuera esta- me daba muchísimo miedo.
- Oye, no te preocupes, el instituto parece frío pero desde que llegó tu hermana no es como antes... Es ese hogar que nunca tuve... -me dijo de repente Hikaru, como si hubiera leído mis pensamientos-
- Ah... ¿Sí? -pregunté tragando saliva, cada vez estábamos más cerca de todo aquello, de todas esas luces y ese enorme edificio-
- Pero aún no sé qué es lo que me sucede... -dijo casi en un susurro- Es muy extraño, ahora me siento mucho mejor en el instituto que antes, pero aún así... Es cómo si me faltara algo... No sé, es una sensación extraña. -suspiró-
- Será que te estés enamorando -comenté bromeando mientras le daba una palmada en la espalda- Vamos, no te preocupes idiota, serán las emociones. -reí quitándole importancia-
- Sí, quizás. -dijo soltando una risita mientras miraba hacia el instituto- A ti... ¿No te da un poco de miedo cambiar radicalmente de vida? -me preguntó tras unos segundos en silencio-
Su pregunta me chocó un poco, sabía de sobra que me daba miedo, ¿por qué lo preguntaba?
- Bueno, un poco. Supongo que es tecnofobia, como les sucede a los ancianos. -reí como si no me importara hablar de ello.-
- En serio, estarás bien. -dijo sonriéndome-
- ¡No necesito tus amables palabras, criajo! -dije mirando a otro lado un poco sonrojado- No soy un cobarde.
- Se nota, te enfrentas a tus miedos. A veces... Te envidio. -dijo repentinamente-
- ¿Por qué? -pregunté desconcertado-
- Porque te enfrentas a todas tus fobias, porque no te rindes pese a las adversidades que te depara el destino... -suspiró con tristeza-
- Eso no es envidiable, parece algo bueno pero... No sabría decirte si realmente lo es. -dije mirando al cielo que dejaba ver todas las estrellas aquella noche-
- Claro que es envidiable, Yuuto. -dijo en tono reprochador- Si yo fuese capaz de hacer lo mismo... No habría precisado de la ayuda de Aizu... Si no fuera por ella seguiría viviendo en un abismo, alejado de todos y de la felicidad...
- Ahí está la respuesta. -dije haciendo una mueca- ¿No te das cuenta de lo que has dicho?
- ¿Eh? ¿A qué te refieres? -pregunto el muchacho confundido-
- Vivir afrontando tus miedos solo es... Horroroso. Hay varias razones para afirmarlo.
- ¿Sí? ¿Y cuáles son? -interrumpió Hikaru en tono enojado-
- Déjame continuar. Verás, hay una cosa que nos diferencia y es muy simple, tú puedes encontrar la felicidad, pero yo no. -Hikaru fue capaz de contener sus preguntas y siguió escuchando con atención y desconcierto mis palabras- Siempre he pasado todo yo solo, Aizu estaba a mi lado, cierto; pero nunca la metí en mis problemas, o incluso en nuestros problemas. He intentado resolverlo todo yo solo. Es costoso, lo admito, he derramado más lágrimas de las que aparento derramar; he sufrido más de lo que aparento, pero bueno, ¿qué son las apariencias sino una máscara que todos llevamos para proteger lo que realmente somos? -suspiré- Bueno, recapitulemos sobre lo que has dicho. Has dicho que si no fuese por Aizu no vivirías como vives ahora, y dime, ¿qué tiene eso de malo? -le pregunté mirándole de reojo-
- Pues... Que dependo de ella para muchas cosas, y debería aprender a ser independiente. No siempre puedo depender de ella, no lo niegues.
- No lo negaré, pero, ¿qué hay de malo en la dependencia? -pregunté retóricamente- Tú has vivido, como dices, en un abismo durante mucho tiempo. Llegó Aizu y consiguió sacarte del abismo, con lo que podemos decir que gracias a ella estás donde estás.
- Pero si no hubiese llegado estaría en el abismo aún. -interrumpió de nuevo-
- ¿Quién sabe? No podemos afirmar nada. La cuestión es que necesitabas ayuda para salir del abismo y la recibiste. Ahora piénsalo, estás consiguiendo poco a poco eso que tantas personas ansian: la felicidad. ¿Cómo se consigue la verdadera felicidad? Con ayuda. Por mucho que digamos que uno puede ser feliz solo, no es del todo cierto. Es un pensamiento que uno mismo se obliga a creer para no estar triste. Una persona necesita ayuda para ser feliz, ya sea en pareja, con amigos o con dinero; que a mi parecer es la manera más pobre de ser feliz. -dije volviendo mi mirada a las estrellas-
- ¿Y qué quieres decir? -preguntó Hikaru algo confuso-
- Que nunca podré encontrar la felicidad. -respondí secamente- No sé pedir ayuda, soy egoísta, supongo. No quiero ni puedo depender de nadie. Siempre acabo tragándome mis problemas solo, y no deseo que nadie me ayude, sinceramente. Es muy extraño, lo sé; pero no puedo consentir que nadie me ayude con mis problemas. Soy un ser egoísta. Y es por eso que nunca seré feliz. Nunca aceptaré la ayuda de nadie para nada, ni siquiera para alcanzar la felicidad. -suspiré- ¿Entiendes por qué no es tan bueno afrontar tus problemas solo y sin ayuda? Aizu te ayudó a afrontar tus miedos y así conseguiste ser más feliz, pero... Yo los afronto porque no me queda otra, nunca seré como tú. Quizás acabe por tenerte envidia. -terminé por comentar con una pícara sonrisa-

---

- Pero... -Yuuto me había dejado sin palabras. Todo lo que había dicho tenía sentido, quizás había detalles en los que hubiera un error, pero mi cansada mente no consiguió notar el fallo- ¡No digas tonterías! ¡Ya verás como acabas por aceptar la ayuda de alguien! -dije casi en un grito empujándole-
- Bueno, si una tía en condiciones me quiere ayudar a... Bueno, quizás acepte un poco de ayuda de ese tipo... -dijo con una cara más que extraña y ambos nos echamos a reír- No, no, es broma. -dijo entre carcajadas-

Tras largo rato haciendo bromas -y olvidando lo que había dicho, ya que no quería pensar que él fuese a vivir así- llegamos a la puerta del instituto. A Yuuto le impresionó bastante, pero entró sin problemas, aunque en el fondo tendría que estar aterrado.
- ¿Crees que habrá una habitación de sobra para mí? -preguntó Yuuto en voz baja, se le veía bastante acobardado-
- Sí, estoy seguro, y si no la hubiese, te dejo la mía. -sonreí ampliamente mientras él soltaba una pequeña risa- Aún así hoy duermes en mi habitación, seguro que Aizu está ya allí y se sorprenderá mucho al verte. -dije inocentemente-
- Es verdad... Aizu vive contigo... -de pronto su tono sonó algo triste- ¿Qué hará después de tanto tiempo sin vernos...?
- Yuuto... -susurré mientras nos deteníamos en medio del pasillo de la residencia estudiantil-
- Dime... ¿Me odia...? -preguntó bajando la mirada-
- ¡No! -grité levantándole la cabeza- ¿¡Cómo puedes pensar algo así!?
- Sería razonable... -respondió con la mirada perdida-
- ¡Que no te odia, estúpido! -dije dándole una bofetada- ¿Vale?
- Hika... Hikaru... -dijo saliendo de sus pensamientos mientras se llavaba una mano a la mejilla- ... -nos miramos unos segundos y tras un rato en silencio frunció el ceño- ¿¡Por qué me has abofeteado, idiota!? -dijo con mala cara- Bah... Gracias, supongo. -miró a otro lado evitando mi mirada-
- Mira que eres estúpido... -susurré riendo- Vamos, anda, que mi habitación está aún más al fondo.
Caminamos a lo largo del pasillo, él miraba por las ventanas con la mirada algo perdida, ¿qué pensaría aquella cabeza tan... Tozuda?

No hay comentarios:

Publicar un comentario