¡Afílianos!

Enséñame a volar

domingo, 3 de enero de 2010

8. ~Capítulo 7: Confesión ~

Aizu se quedó ahí, mirándome, sin decir palabra alguna. Su hermano, por lo que había entendido, se sentó en el suelo mientras miraba al cielo. Y yo simplemente me quedé allí, de pie, mirando a Aizu con preocupación. Sus ojos, tan radiantes como hacía unas horas, ahora estaban perdidos en los míos; su mirada era inquietante, no sabría decir si simplemente me miraba o si intentaba decirme algo con la mirada. De repente oí las campanadas del pueblo, cercano al instituto. Si no recordaba mal, una vez, oí a dos chicos hablar sobre la torre del reloj del pueblo. Sus campanas sonaban justo a las 8 de la noche. Anunciaban el comienzo del atardecer y avisaban a las gentes, en tiempos antiguos, que caería la noche pronto.
Al oír aquellas campanadas salí de mis pensamientos, ¿qué significaban esas campanas? ¿¡Que eran ya las 8 de la noche!? Eso era totalmente imposible, hacía muy poco que habían dado las 12 del mediodía, es más, justo cuando salí por la ventana de mi habitación, si no recordaba mal, todos los alumnos iban al comedor a por el almuerzo; por lo tanto, era imposible que fuesen las 8. Como mucho serían las 3 o las 3 y media... Pero no podían ser las 8.
- Oye, podrías haberte presentado, llevo esperando saber tu nombre un rato, ¿sabes? -oí decir a Yuuto de pronto-
- ¿Eh? -negué con la cabeza como intentando despertar de un sueño y volví mi mirada hacia Yuuto- S-Soy Hikaru, Hikaru Katsunaraku Fujita. -contesté haciendo una pequeña e inconsciente reverencia-
- Qué educado... Bueno, y dime, ¿qué haces por aquí? -dijo él mirando al cielo con indiferencia-
- Aizu... Tiene que volver conmigo al instituto. E-es mi compañera de habitación y...
- ¿Y? -interrumpió él poniéndose en pie mientras se acercaba a mí- No pienso dejar que pise ese instituto de nuevo, vi lo que sucedió con el director, sé que no eres precisamente su ojito derecho... Y sé que vas a acabar acarreando problemas a Aizu, así que deja que me ocupe yo de ella.
- ¿Y ella no puede opinar? -dije algo enfadado-
Yuuto hizo una mueca y suspiró. Se quedó un rato observándome y volvió a suspirar, mordiéndose el labio. Se volvió a Aizu y caminó hacia ella.
- Bueno... Tienes razón... Dejemos que ella hable... -dijo a regañadientes mientras chasqueaba los dedos frente a su cara-
Aizu parpadeó unos instantes, se frotó los ojos y me miró sorprendida. Miró a su hermano y volvió a dirigir su mirada a mí. Vi cómo en su cara se dibujaba una expresión de... ¿Tristeza? ¿Culpabilidad? ¿Miedo?
- Hikaru... ¿Cuando has...? -dijo bajando la mirada, algo muy extraño en ella-
- Lleva aquí mucho tiempo, y ya le he contado lo nuestro, Aizu. -dijo su hermano respondiendo por mí mientras se volteaba y me miraba-
- Aizu... ¿Qué sucede? ¿Por qué no me contaste lo de tu hermano...? Y... ¿Por qué te fuiste así...? -evité preguntarle sobre esas grandes alas que ahora poseía en su espalda, temía que hablar de ello le resultara incómodo... Aunque, encontrarse en esa situación ya era demasiado incómodo-
- ... -Se quedó en silencio unos segundos, posiblemente meditando lo que iría a decir-

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La pregunta de Hikaru fue tan directa que no supe qué decir... ¿Cómo le iba a contar lo que ocurría...?
- Aizu, no haces falta que le contestes, lo haré yo. -dijo de repente mi hermano- Hikaru, Aizu es...
- ¡¡Cállate!! -grité mirando con furia a Yuuto- ¡Que seas mi hermano no te da derecho a elegir siempre lo que debo hacer, ni a hablar por mí!
Yuuto calló, bajó la mirada y suspiró. Sus alas le envolvieron y se convirtió en cuervo de nuevo, y sin despedirse ni decir nada, se fue volando lejos de allí.
- Aizu... Tu hermano... También tiene... -dijo casi en un susurro Hikaru-
- Sí, tiene las alas negras, como tú. -respondí con indiferencia-
- Y... ¿Podrías responder a mis preguntas? -volvió a insistir Hikaru-
- Por... Por supuesto. -dije volviendo a bajar la mirada, con miedo a la reacción que mis palabras tendrían sobre él- Empezaré desde el principio... Desde el verdadero principio. Mis padres eran de la dimensión de Shunkee, eran investigadores de dimensiones, de mitos, leyendas y de razas. Tras juntarse, ya que en esa dimensión no existe lo conocido como boda, donde dos personas se casan; nos tuvieron a mi hermano y a mí. Mi hermano es dos años mayor que yo, por lo que nos criamos bastante unidos. Cuando tenía cinco años, mis padres nos llevaron a su laboratorio para "enseñarnos" unas pruebas. -tragué saliva. Para mí no era muy gratificante recordar todo aquello, sin embargo, le debía una explicación- Tras una semana haciéndonos pruebas, mi hermano comenzó a sospechar sobre lo que ocurría con mis padres. Me dijo que creía que iban a experimentar con nosotros, y yo, como tenía fe ciega en mis padres, no le creí. Un día, mis padres nos volvieron a llevar al laboratorio y nos inyectaron un líquido muy raro... Aún hoy no sé qué era... -suspiré- Tras eso nos metieron en una especie de... Cápsula gigante. Mi hermano se opuso a mis padres, y le inyectaron un tranquilizante... Después sólo recuerdo cómo mi hermano me abrazaba protegiéndome de algo, cómo un ruido horroroso invadía el espacio y cómo mi vista se perdía en un blanco intenso. Luego desperté en una cama parecida a la de un hospital y... Vi a mi hermano a mi lado, en otra cama. Estaba malherido, tenía una venda en la cabeza, magulladuras y parecía no estar consciente. Pasamos así semanas, meses. No sabía qué había ocurrido, ni dónde estaban mis padres y tampoco qué hacíamos allí. Ninguna enfermera ni ningún médico respondía a mis preguntas, nos trataban como a bichos raros, con miedo y repugnancia. Y un día, de pronto, vinieron mis padres a la habitación y nos llevaron en la camilla hacia otra sala. Mis padres tampoco respondían a mis preguntas, se limitaban a usar mascarillas y a transladarnos a mí y a mi hermano inconsciente a otra habitación. -suspiré y me acerqué a Hikaru, quién me escuchaba atentamente, sorprendido, sin saber cómo reaccionar- En la otra habitación... No recuerdo lo que había, sólo recuerdo que tras entrar, mi hermano recobró el sentido, peleó con los allí presentes pero que fue vencido y... Que luego despertamos en esta dimensión, en este bosque. De eso hace casi tres años. Hemos vivido por aquí en forma animal durante esos años. Entonces fue cuando nos dimos cuenta de que teníamos alas... Él sabía convertirse en cuervo, yo, en cambio, no sé convertirme en nada... -había contado todo evitando la mirada de Hikaru, pero me atreví a subir la mirada. Me encontré su mirada, ahora preocupada, clavándose en la mía- Y... Me inscribí al instituto para formarme en esta dimensión y algún día encontrar alguna respuesta sobre lo que ocurrió en mi dimensión... -suspiré- Mi hermano no estaba de acuerdo, teme que no sea capaz de defenderme sola en el instituto pero... ¡Soy capaz! -dije convencida-

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No podía creer lo que Aizu me había contado... Era... Demasiado. Aún quedaban muchas preguntas por responder, pero con saber eso de ella... Por ahora estaba bien. Sabía que contármelo le había costado, por lo que no iba a exigirle más respuestas. Me acerqué a ella y le abracé. Noté cómo dudaba si abrazarme o no, pero terminó por abrazarme.
- Siento haberte mentido... Hikaru. -susurró-
- No importa, además... No me ha gustado tener que obligarte a contarme eso... Eras libre de contármelo o no... -dije separándome un poco de ella-
- Quería contártelo, pero no sabía cómo... -siguió susurrando-
- ¿Volverás conmigo al instituto?
- Claro. -dijo sonriendo mientras sus alas se escondían de nuevo en su espalda, desapareciendo-

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Volví a mi forma humana, ser cuervo era un incordio, y más, cuando tienes una pata herida. Me senté en un árbol y cerré los ojos.
- Aizu... Si supieras que papá y mamá no son quienes crees... -susurré notando la lluvia caer sobre mi cara, notando el viento soplar bruscamente-

1 comentario:

  1. Las últimas líneas las cuenta Yuuto, aviso por si no lo entendíais ^^

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