¡Afílianos!

Enséñame a volar

domingo, 4 de abril de 2010

15. ~Capítulo 14: Presentimiento y acción~

- ¡Por fin hemos llegado! -gritó Aizu mientras corría por las concurridas calles de Hylie- ¿Verdad que es bonita la ciudad?
- Yo ya he estado por aquí antes -dije mirando los árboles- pero estos árboles no tenían flores...
- Seguramente vendrías por el invierno, Yuuto. -dijo Hikaru distraído en las carreras de Aizu- Pues yo no recuerdo haber venido nunca... -dijo en voz baja para sí mismo-
- Pues ya puedes decir que has venido, y a cenar en un restaurante pijo, toma ya. -dije en tono burlón mientras le miraba de reojo-
- No digas tonterías, el restaurante no es pijo. -dijo Aizu riendo- Allí va todo tipo de gente; la última vez que fui vi a un tipo que sale por la tele, y sin embargo también estaba yo y el grupo de voleibol, que no somos pijos, ni ricos ni nada por el estilo. -rió-
Caminamos a lo largo de una calle llena de árboles en flor y llena de tiendas coloridas y de mucho esplendor; la gente reía, los niños jugaban en las calles y otros se marchaban a dormir, una ciudad tranquila, aparentemente.

- Mirad, es aquí. -dijo Aizu con un saltito mientras señalaba unas puertas enormes con un decorado floreado y un letrero de colores que decía "Hyllow Restaurante"-
Entramos y Aizu encontró una mesa al lado de una de las ventanas más grandes, "el mejor sitio para pasar una velada con amigos", según ella. La mesa era grande, podrían haber unos cuatro invitados más; el mantel, blanco con detalles en plateado, hacía que te preocupases en no mancharlo; y en sí, el decorado de la mesa, tanto de copas, servilletas y platos, estaba muy bien preparado. Pronto llegó una camarera bastante mona, que nos dio la carta.
- Buenas noches, cuando sepan qué tomar llámenme. -dijo jovialmente la chica, que tendría unos 19 años-
- Gracias -dijo Aizu sonriendo mientras cogía una de las cartas- Mirad los menús, tener para tres menús de los de clase B. -dijo mientras pasaba las páginas y llegaba a los menús-
Hikaru y yo la imitamos y comencé a observar los menús de esas páginas.
- "Menú Hylie supremo: Tentempié de bolitas de cangrejo con gambas típicas de Hylie; primer plato de guisado de carne de ternera con cordero de Hylie con bebida a elegir; segundo plato de pescado (bien pez espada o bien salmón) al ajillo con perejil Hylie con bebida a elegir; postre: Flan de huevo con nata y sirope de caramelo con sorbete de limón; o porción de tarta de queso, chocolate, fresa, coco, limón o canela con batido refrescante de fresa, chocolate, vainilla o coco." -leí a Aizu y Hikaru- Todo eso por sólo 630 Lyras, no está mal... -susurré-
- ¡Pues yo quiero pedir ese! -dijo Aizu casi en grito- Parece tener buena pinta. -sonrió- Y está súper bien de precio.
- Ya te digo... -comentó Hikaru incrédulo- ¿Hay más menús así de completos y tan baratos? -me preguntó con una tímida sonrisa típica de él-
- Míralo tú mismo. -dije señalándole el menú que acababa de leer-
Tras cinco minutos pude decidirme por un menú de cuatro platos y tres bebidas, un tal "Menú especial de Hylie", pues los ingredientes no eran fáciles de encontrar; y también era algo más caro, 710 Lyras. Hikaru eligió uno parecido al mío, pero con comidas típicas de otros sitios, "Menú Extranjero"; tenía comidas que nunca había comido, ni yo, ni ninguno de nosotros; su menú tampoco estaba mal de precio, 670 Lyras.
- Con eso deberíamos pagar 2010 Lyras... -dije pensativo-
- Hikaru, al final ahorrar ha servido de algo. -rió Aizu- Y menos mal que Yuuto tenía dinero, sino no podríamos haber cenado todos. -sonrió alegremente mientras miraba por la ventana-
Levanté una mano y llamé a la camarera que nos había atendido antes, era muy guapa y su rostro no era de olvidar.
- Por favor, sírvanos un menú especial de Hylie, un menú extranjero y un menú Hylie supremo. -dije mientras ella lo apuntaba todo con rapidez en su libreta-
- ¿Quieren que les sirva un detalle de la casa? -preguntó ella con una amplia sonrisa-
- ¿Cuánto cuesta...? -preguntó Hikaru preocupado-
- Los detalles de la casa son gratuitos, no se preocupe. -dijo la chica soltando una risita- Se trata de unas recetas sencillas que estamos poniendo a los clientes antes de sus comidas, para que la espera no se alargue demasiado. -dijo levantando un dedo mientras sus preciosos ojos castaños se posaban en cada uno de nosotros- ¿Quieren que se lo sirva? -preguntó con una sonrisa-
- Sí, por favor. -dije mirándole con picardía-
La chica se fue con desenvoltura y Aizu me golpeó una vez más en la cabeza.
- ¡Deja de pegarme! ¡Desde que no nos vemos eres una bestia! -dije tocándome la cabeza mientras la miraba-
- ¿¡Cómo eres tan grosero!? -dijo mirándome con el ceño fruncido- ¡No mires así a una chica! -dijo hinchando las mejillas-
- Lo siento, es mi naturaleza... -dije burlonamente-
- Serás... -suspiró ella mientras Hikaru empezaba a reírse- Da igual, no mires descaradamente a las chicas si no quieres salir herido.
Reímos un rato y comencé a ojear de nuevo el menú.
- Oye, ¿por qué la mayoría de los menús y comidas comienzan por "h" o contienen la letra "y"? -pregunté con curiosidad-
- Creo que era por el nombre de la ciudad... -contesto Hikaru, ya que Aizu parecía no saberlo-
- ¿Por el nombre de Hylie? -preguntó Aizu curiosa-
- Sí, una vez hace mucho tiempo, encontré en la biblioteca del instituto un libro muy curioso. Contaba leyendas de la ciudad y de los pueblos del alrededor y leí que la ciudad puso una norma hace mucho tiempo, una norma muy peculiar. -siguió narrando él, creando un ambiente de intriga típico de historias así- El antiguo gobernador de la ciudad prohibió abrir comercios que no tuvieran el nombre de la ciudad incluídos, o que no contuviesen la letra "h" o "y", que son las dos principales y primeras letras del nombre de la ciudad. Era una norma absurda, pero quien no la cumpliera tendría un severo castigo; cerrarían su comercio, lo encerrarían en la cárcel durante unos 10 años y al salir le obligarían a llevar un tatuaje de un dibujo de una rosa con... Creo que era una serpiente. No estoy seguro. -dijo sacando la lengua- Era una regla estúpida, pero el gobernador afirmaba que de esta manera sabría diferenciar los traidores de los que no lo eran.
- ¿Traidores? -pregunté mientras la camarera se acercaba y dejaba en la mesa un plato con pan y salmón-
- Espero que les guste, cualquier cosa, vuelvan a llamarme. -sonrió ella con jovialidad mientras me miraba y se giraba-
- Muchas gracias, señorita. -dije devolviéndole la sonrisa mientras me disponía a seguir escuchando a Hikaru-
- Sí, traidores. Según el gobernador, se habían acoplado en la ciudad razas que no debían estar, razas que o bien se dejaban domesticar por Hylie, o si por el contrario, no se domesticaban, eran castigadas. Esto de los comercios era una de tantas pruebas que hacían para saber quienes eran "traidores" y quienes no. -dijo mientras cogía uno de los aperitivos que había traído la chica, Aizu y yo hicimos lo mismo- Nee, esto está bueno, ¿verdad? -dijo alegremente Hikaru mientras probaba el salmón junto con el pan- Bueno, a partir de esa regla de la ciudad fueron castigados muchas personas y...
- Por curiosidad, ¿qué razas eran las que "se habían acoplado a la ciudad"? -pregunté tras tragarme el primer bocado de salmón-
- Bueno... Eran muchas, acababa de terminar una guerra muy importante entre ciudades y pueblos cercanos e Hylie era la ciudad más rica y cercana a estas guerras. Es normal que la gente viniera a esta ciudad a intentar recuperarse o simplemente a huir de las guerras. La ciudad comenzó ayudando a estas familias, pero el gobernador de aquel entonces murió y entonces... Llegó el gobernador que impuso esa norma, y que trataba bastante mal a los extranjeros. Había desigualdad social y los extranjeros, que prosperaban y esperaban volver a sus ciudades, tuvieron que quedarse porque el gobernador prohibió mudarse hasta que todos sirviesen a la ciudad, es decir, que todos debían pagar un precio exagerado al gobernador... Fueron unos muy malos tiempos. -suspiró Hikaru-
- Has leído mucho. -comenté mientras le miraba distraídamente-
- No he podido hacer muchas cosas antes de que llegase Aizu... -dijo él con media sonrisa en los labios- Pero no me ha venido mal no tener otras cosas que hacer, leer te enseña cosas, te hace inteligente... Y te enseña a pensar tú mismo sin que nadie te ayude. -dijo sonriendo de nuevo- Aunque bueno, admitamos que Aizu es mi segundo cerebro. -rió-
- No mientas, soy el único cerebro que tienes. -rió Aizu y con ella también nosotros-
-Es una historia muy... Bueno, entretenida. Nunca la había escuchado. -miré de nuevo por la ventana, las estrellas brillaban pero alguna que otra nube no me dejaba ver algunas- Supongo que es una de las historias más vergonzosas de Hylie. -suspiré apoyándome en la pared con el costado-
La camarera vino y nos sirvió los tentempiés de cada menú y volvimos a intercambiar pícaras miradas, por un momento pensé que me daría su número de teléfono, pero era una idea absurda.
- ¡Qué delicia! -dijo alegremente Aizu cuando la camarera se fue- ¿Queréis probarlo? -dijo ofreciéndonos a ambos de su plato-
Al final terminamos compartiendo todo, yo probaba de sus platos, ellos de los míos... Y así probamos más comidas. Cuando llegó la hora del postre estábamos llenísimos, pero pedimos el postre, ¡nunca se puede desperdiciar una oportunidad así!
- ¡Hey! -gritó de pronto Aizu poniéndose en pie, mientras todos nos miraron-
- ¿Q-qué te pasa? -preguntó Hikaru sobresaltado-
- ¡Reine! ¡Reine, aquí! -grito ella mirando hacia la puerta mientras agitaba los brazos- ¡Acércate! -siguió gritando con una sonrisa-
- ¿Quién es? -pregunté a Hikaru en voz baja mientras la chica que acababa de entrar por la puerta se acercaba-
- Se llama Reine, juega con ella en el equipo de voleibol terrestre. -respondió él mientras miraba a la chica y le saludaba con una sonrisa amable-
La chica se acercó y nos saludó formalmente. Era delgada, no demasiado alta y de tez pálida. No destacaba por su belleza, pero su voz era dulce y sus ojos celestes te hacían prisionero de mirarlos.
- Yuuto, esta es Reine, una amiga mía; Reine, mi hermano Yuuto. -nos presentó Aizu alegremente-
- Encantado de conocerte. -dije mientras me levantaba y le saludaba con un beso en la mejilla-
- I-igualmente. -dijo ella tímidamente mientras me devolvía el beso-
- Trae una silla para Reine, Hikaru. -dijo Aizu con una pícara sonrisa, inesperada de ella-
- Espera, ya que estoy levantado yo, se la traigo yo. -dije con una expresión de desconcierto en las palabras de Aizu y cogí una silla de otra mesa- ¿Dónde la pongo? -pregunté a Reine-
- P-pues... -respondió ella bajando la mirada con las mejillas rosadas-
- Ponla aquí, entre Hikaru y yo. -dijo Aizu sonriendo ampliamente-
Me limité a hacerle caso y Reine se sentó con vergüenza. Me senté en mi sitio y miré a Aizu con una mejilla inflada.
- ¿Hacía falta que armaras ese jaleo para decirle que se acercara? -suspiré volviendo a sonreír finalmente-
- Bueno... Es que... -tartamudeó Aizu- Soy muy ruidosa, déjame. -rió- Bueno, Reine, ¿has terminado tus recados?
- Sí, no te preocupes... -respondió con una pequeña sonrisa- No sabía que... Bueno, tuvieras un hermano... -dijo mirándome de reojo con timidez-
- Se avergüenza de mí, soy la oveja negra de la familia. -dije en tono lastimero y teatrero- Es muy cruel conmigo y nunca me cuenta nada de su vida ni habla de mí, es una hermana horrorosa... -dije haciendo muecas y simulando estar al borde del llanto-
Hikaru comenzó a reír a carcajadas al ver mi expresión y sin evitarlo comencé a reír con él. Aizu me miró con una mirada heladora pero comenzó a reír también, y Reine la siguió con una risita tímida. Tras unos minutos sin poder parar de reírme llegó de nuevo la camarera y nos sirvió el postre.
- Espero que sea de su agrado. -dijo sonriendo y antes de irse volvió su mirada hacia la mía. Sin duda, algo en mí le había llamado la atención- Me retiro. -sonrió-
- Muchas gracias, señorita. -volví a repetir mirándole a los ojos con picardía-
- ¡Yuuto! -dijo Aizu dándome un pisotón por debajo de la mesa- ¿¡Qué te he dicho!? -dijo mirándome amenazadoramente-
Hikaru volvió a reír y Reine se quedó mirándome con curiosidad. En sus ojos había algo extraño, un destello extraño...
- ¿Yuuto? -dijo Hikaru sacándome de mis pensamientos-
- ¿Eh? ¿Qué? -dije sacudiendo la cabeza-
- Te has quedado mirando a Reine tan pensativo que... -comenzó a reír Aizu-
- Ah, lo siento, estaba pensando en mis asuntos... -me disculpé mirando hacia la ventana-
Había algo en Reine que empezó a hacer que una incomodidad intensa recorriera mi cuerpo. Ellos tres comenzaron a hablar, riendo y contando anécdotas del club de voleibol. Yo intentaba no meterme en su charla porque no quería mediar palabra con Reine, era... Algo extraño, pero no quería hablar con ella. Me tomé el postre tranquilamente, mirando el restaurante, observando la decoración con detenimiento y dirigiendo mi mirada, disimuladamente a la camarera que nos había servido. Su cabello, castaño oscuro, recogido en una modesta coleta larga y su flequilla al lado, se movían al compás de sus movimientos. Ella iba de un lado para otro sin esfuerzo, se movía con desenvoltura, con agilidad, hábilmente. Supongo que desde un primer momento me había fijado en ella, su belleza natural resaltaba, pero había otro detalle que no lograba entender y que me atraía de ella, no sé de qué forma. En el tiempo que ellos hablaron me dio tiempo a observarla tanto que incluso descubrí sus vicios: morderse el labio inferior cuando se ponía nerviosa. Físicamente era muy atractiva. No era muy delgada, pero tampoco estaba por encima de su peso ideal. No es que sea pervertido ni nada, pero tenía los glúteos bien puestos y un pecho no mal dotado... Vale, quizás sí sea algo pervertido, pero da igual, todos los chicos nos fijamos en esas cosas. Tampoco era bajita, era de una altura alta para ser una chica, o al menos eso aparentaba mientras estaba sentado. El uniforme de camarera tampoco era el sueño de cualquier hombre. Una modesta falda granate poco más alta de las rodillas y una blusa rosa con detalles en blanco, muy sencilla. Tampoco llevaba tacones como el resto de las camareras, llevaba unos zapatos granates con algo de cuña y con un lazo en blanco. En sí, lo que la hacía hermosa era ella misma, y nada más. Aún no me había cruzado con su mirada, pues estaba muy ocupada con los clientes, pero cuando por fin pudo estar algo más tranquila se apoyó en la barra, esperando a que se hiciera un postre, y su mirada y la mía se encontraron. Mentiría si dijera que me lo esperaba, pues había mucha gente para cruzar la mirada que no fuese yo, y sin embargo, me miró. Tampoco puedo saltarme el detalle de que al principio me dio vergüenza. Que una chica te pille mirándola tan descaradamente no es... Precisamente algo gratificante. Me dio vergüenza, pero no aparté mi mirada de ella, al igual que ella no la apartó de mí.
- ¡Ah! ¿¡Qué haces...!? -gritó de repente Hikaru y me hizo girarme sobresaltado, al igual que hizo a la camarera acercarse rápidamente-
- ¿Qué te ha...? -pregunté levantándome ligeramente-
- ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡De verdad! -comenzó a disculparse Reine al borde del llanto- ¡Perdona!
- Déjame ver, déjame ver... -decía Aizu mientras se ponía a su lado- ¿Te duele mucho? -dijo mientras cogía una servilleta-
- ¿Qué ha ocurrido? -volví a preguntar mientras iba hacia Hikaru-
- ¿Qué ha ocurrido? -preguntó la camarera mientras se acercaba rápidamente-
- Reine le ha herido sin querer... -dijo Aizu mientras presionaba con una servilleta el brazo de Hikaru, que tenía la camiseta desgarrada-
- ¿Sin querer? -repitió la camarera mientras apartaba las manos de Aizu del brazo de Hikaru y le quitaba la servilleta- ¿Con qué ha ocurrido? -dijo apresuradamente mientras miraba la mesa y encontraba un cuchillo con un poco de sangre en el filo-
- ¿Pero qué ha pasado? -volví a repetir preocupado mientras miraba a Hikaru- Hikaru, ¿estás bien? ¿Estás mareado? -le dije mientras me acercaba más y veía cómo su brazo sangraba exageradamente- ¿¡Qué demonios...!?
Hikaru no me respondió y me miró con la mirada ausente.
- Vamos a llevarlo al médico. -me dijo la camarera mientras me daba una servilleta- Presiona la hemorragia, no entiendo por qué sangra tanto, voy a decirle a Juni que voy a llevar a este chico al hospital. ¿Tienes coche? -me preguntó con expresión preocupada-
- No, pero yo y mi hermana sabemos volar. -respondí mientras presionaba la herida de Hikaru y lo tomaba en brazos-
- ¿Y la otra chica? -dijo mirando a Reine. ¿Cómo sabría que Aizu era mi hermana?-
- Es una amiga de mi hermana, ¿podría quedarse hasta que volvamos y la llevemos a su casa? -le pregunté mientras me dirigía a la puerta del restaurante-
- Por supuesto. -respondió ella mientras corría hacia la cocina del restaurante. A los pocos segundos salió velozmente con una chaqueta en las manos- Vamos, yo no sé volar, ¿podrá tu hermana conmigo? -preguntó mientras se ponía la chaqueta mirando a Aizu-
- No es necesario que vengas si no puedes... -dije mirándole preocupado, tenía un negocio que atender...-
- No, quiero ir, además, si ocurre un accidente en nuestro restaurante, tenemos la obligación de acompañar al herido. -respondió y miró de nuevo a Aizu- ¿Podrás llevarme? -dijo con una sonrisa irónica-
- Tranquila, tengo fuerza. -contestó ella mientras cogía a la camarera en brazos- Solamente, guíanos hasta el hospital, ya que no sé donde está...
- Claro, no te preocupes, está cerca. -dijo ella agarrándose a Aizu fuertemente-
Comenzamos a volar y la chica, al ver que mis alas eran negras, me miró extrañada, pero no con temor ni con asco. Nos quió hasta el hospital y aterrizamos sin problemas. Volvimos a esconder nuestras alas y corrimos hasta el interior del hospital. Hikaru estaba algo así como inconsciente. Pesaba más de lo que creía, pero eso no era lo importante. Aún no tenía claro qué habia pasado pero la herida de Hikaru no dejaba de sangrar, y sentía el temblor de su cuerpo en mis brazos.
- Por favor, es urgente, llamen al doctor Millens. -dijo la camarera en recepción, y a los dos minutos un hombre con una bata blanca y unos guantes de látex estaba recibiéndonos en su consulta. Entramos deprisa y el médico me dijo que tumbase a Hikaru en la camilla. Él le quitó la chaqueta -con la manga hecha pedazos- y le levantó la manga de la otra camisa hasta el hombro. Con algodones, alcohol y otros desinfectantes limpió la herida y pude verla mucho mejor. Una herida que recorría desde casi el hombro hasta la muñeca del antebrazo, una herida no muy profunda, pero lo suficiente como para que sangrase mucho, aunque no tanto como sangraba.
- ¿Con qué se lo ha hecho? -preguntó el doctor mientras le abría un ojo y lo examinaba con una linterna-
- Una amiga nuestra estaba cenando y sin querer le hizo eso con el cuchillo... -argumentó Aizu con la voz temblorosa-
- ¿Sin querer? Perdona, señorita, que esto no lo hace alguien sin querer o sin darse cuenta. -dijo el doctor mientras pulsaba un botón del teléfono de su mesa- Por favor, llamen a personal clínico especializado en la planta C; que traigan hilo quirúrgico y aguja. -y volvió a pulsar el botón-
- ¿Está bien? -pregunté preocupado-
- Sólo está inconsciente. Quizás sea porque le diera miedo la sangre, o porque le hayan administrado algún tipo de droga. -contestó mientras cogía de un armario una manta-
- ¿Pero es grave? -pregunté acercándome a Hikaru-
- No tiene por qué, sin embargo, existe una droga que ha podido ser aplicada a este paciente... -dijo pensativo mientras cubría con la manta a Hikaru hasta los hombros y sacaba el brazo herido, limpiando de nuevo la sangre que emergía de él y presionando la herida con algodón o algo así-
- ¿Qué clase de droga? ¿Cómo se administra? -pregunté de nuevo-
- Es una droga ilegal; sus efectos son, tras unos veinte minutos de tomarla, inconsciencia, aceleración del ritmo cardíaco y velocidad mayor en la sangre, para que me entiendas. Tiene muchos más efectos... -dijo observando una vez más sus ojos- Mira, acércate. -me acerqué- También dilata las pupilas, produce alucinaciones y distorsión de la realidad. Se prohibieron al saber de estos efectos. Antes se administraba como tranquilizantes, pero comenzó a darse estos efectos y fue prohibida. Muchos jóvenes la compran para fiestas, ya que de una determinada forma, al juntarla con un tipo en especial de bebida, produce inconsciencia durante media hora justamente.
- ¿Y para qué quieren que la inconsciencia durante media hora? -pregunté desconcertado-
- Violaciones, asesinatos, palizas, tráfico de órganos... -dijo el médico mirándome seriamente-
- Pero eso es...
- Absurdo. -completó Aizu mientras se acercaba a Hikaru y le cogía la mano- ¡Nadie puede hacerle algo así a Hikaru! -dijo ella al borde de la desesperación-
- Aizu... -susurré mirándola dolorido-
La camarera, que había olvidado completamente que estaba allí, cogió a Aizu por los hombros y la llevó hacia el otro lado de la habitación. Aizu comenzó a llorar y la camarera decidió llevársela fuera.
- Dígame, ¿es familiar del chico? -me preguntó el médico mientras entraba una enfermera con hilo, agujas, algodón y muchos utensilios-
- No, lo siento pero no le queda familia, es interno en un instituto y mi hermana y yo vivimos con él. -dije mirando de nuevo a Hikaru-
- Entonces... ¿Sabe si tiene algún enemigo en el instituto? ¿Quién era la chica de la que ha hablado antes su otra acompañante, la menor? -preguntó mientras se disponía con ayuda de la enfermera a coser la herida de Hikaru-
- Es una compañera de mi hermana, la menor, del club de voleibol. -dije pensando en aquella pregunta- Apenas la conozco, la he conocido hoy...
- ¿Se ha comportado de algún modo extraño? ¿Se ha fijado si le ha dado algo de beber? -preguntó de nuevo-
- Mierda... Estaba distraído... -susurré- Estábamos cenando en un restaurante y... -me quedé pensativo- Espere un segundo. No me queda otra. -salí de la habitación y me encontré a Aizu y a la camarera en la sala de espera-
- ¿Qué le han dicho a tu amigo, Yuuto? -me preguntó la camarera-
- Eh... Aún no lo sé del todo, están cosiéndole la herida... ¿Cómo sabes mi nom...?
- Me lo ha dicho tu hermana, hemos estado hablando. Pero bueno, no es tiempo para eso... ¿Qué tal está? -preguntó preocupada-
- Aún inconsciente. -responí bajando la mirada- Aizu, ¿sabes si Reine compartió alguna bebida con Hikaru?
- Pues... -dijo ella limpiándose las lágrimas- Le invitó a una limonada...
- Espera, ¿qué limonada? -preguntó la camarera-
- Era... Una con una fresita dentro. -respondió Aizu-
- Ya sé a dónde quería llegar a parar el doctor... -dijo con el ceño fruncido y soltó a Aizu- Yuuto, quédate con ella. -me ordenó mientras salía disparada hacia la consulta- Preparaos porque... Nos vamos pronto. -dijo ella guiñándome un ojo.
- ¿A qué ha venido...? -pregunté boquiabierto-
Tras unos 15 minutos salieron Hikaru y la camarera de la consulta. Hikaru se movía torpemente y se tambaleaba un poco, pero con la ayuda de la camarera podía andar sin problemas.
- Vámonos, ya. -dijo ella sin siquiera pararse-
- Espera, ¿cómo está? -preguntamos aizu y yo a la vez-
- Listo para irnos. No hay tiempo. -dijo ella corriendo hacia la salida-
Aizu y yo comenzamos a correr detrás de ellos sin entender nada, y de repente, al salir por la puerta del hospital, vimos a Hikaru sentado en el suelo, apoyado en una farola, y una especie de... ¿Lobo? No, era algo más felino, algo como un tigre, pero sin rayas, de color castaño y caramelo. Estaba frente a Hikaru, haciendo frente a... Reine.

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