¡Afílianos!

Enséñame a volar

viernes, 23 de abril de 2010

19. ~Capítulo 18: Estación de paso~

- ¡A buenas horas llegáis! -grité con ánimo al ver entrar a Yuuto y a las chicas por la puerta de la taberna- ¡Pero qué ven mis ojos! ¡Si estáis todos geniales! -seguí gritando mientras me levantaba para que nos vieran a Hikaru y a mí-
Yuuto se acercó avergonzado y cogió una silla, sentándose al lado de la ventana mientras me miraba de reojo.
- ¿Podrías ser más discreta? -me dijo casi en un susurro con tono de enfado-
- Vamos, no me digas que te da vergüenza que te miren... -reí-
Aizu y Leo se acercaron algo sonrojadas, aunque sonriendo abiertamente. Se veían geniales con esa nueva ropa y sin lugar a dudas, Susan y Harry le habían dado buenas prendas y... Buenas armas.
- Vaya, chicas, no esperaba menos de vuestro gusto. -dije cruzando mis manos en la mesa- Aizu ha escogido el poder de la magia, -musité con tranquilidad mientras observababa el resplandor de una esmeralda bajo el pañuelo que llevaba Aizu en el cuello- y Leo ha escogido algo sencillo, dagas; pero creo no equivocarme al decir que también las dagas contienen la misma piedra que Aizu porta. -musité mirando uno de los bolsillos de la capa de Leo-
- Eres buena observadora, Ailyn. -dijo Leocadia mientras sacaba las dagas- Cada una porta una piedrecita igual que la que Aizu lleva escondida bajo el pañuelo. Supongo que sabrás de sobra su funcionamiento, por lo que paso de contarte historias... -rió-
- Pero Aizu, ¿sólo has escogido la piedra? -pregunté sorprendida al percatarme de lo que ocurría-
- Sí -dijo Aizu segura de sí misma mientras se ponía bien el pañuelo-
- ¿¡Pero estás loca!? -dije casi en un grito mientras apretaba los puños- La piedra te quitaría la energía del cuerpo, no te dejaría continuar... ¡Cuando tengas que luchar y la utilices, no podrás siquiera caminar! -dije enfadada mientras un silencio helador comenzaba a poblar la taberna-
Todos se callaron mirándome fijamente hasta que Yuuto me dio un golpe en la cabeza.
- Mujer, no te pongas así por un juego de mesa; ya ganarás en otra ocasión... -dijo casi gritando para que toda la taberna lo escuchara-
De pronto todos volvieron a conversar acaloradamente, a reír y a seguir a lo suyo; llenando de nuevo la taberna de sonido.
- Recuerda que no estamos solos, idiota. -me regañó Yuuto mirándome enojado-
- Sí... Lo siento, es que no podía creer que Aizu no fuese a escoger otra arma... ¡Así no podrá luchar! -dije bajando la voz-
- Me da igual. -dijo Aizu de repente desviando la mirada hacia la ventana- No quiero luchar, no quiero matar a nadie, simplemente no quiero usar ningún arma. -explicó con calma sin desviar su mirada de la ventana-
- Aizu, no vamos de excursión. -dije tras unos segundos- Vamos a Luonessi, está muy, muy lejos. Es la raíz del mundo. Es el por qué de todo. E ir hasta allí no nos será fácil. Muchos intentarán pararnos. Muchos intentarán hacernos daño y robar lo que quieren... Aizu, vas a luchar y matar. -dije mientras la miraba con ferocidad- Si no estás preparada, quédate. Estás a tiempo.
Entre nosotros se hizo el silencio; ni los gritos y el alboroto de la gente pudo ser audible en nuestra mesa.
- Iré. -dijo Aizu de repente tras unos segundos de silencio mientras giraba la cabeza mirándome profundamente, penetrando en lo más profundo de mi ser-
Estuvimos callados durante un rato, hasta que llegó el joven que nos había servido antes.
- Buenas, ¿qué les pongo a vuestros nuevos acompañantes? -preguntó mirando sin vergüenza a Aizu de arriba a abajo-
- Pues mira, chaval, quiero un zumo de naranja, bien ácido. -dijo Yuuto mientras ponía su brazo derecho en los hombros de Aizu, abrazándola- También quiero un bocadillo de queso. -añadió secamente mientras le fulminaba con la mirada-
El chico miró a Yuuto haciendo una mueca y pude vislumbrar en su mirada un destello de odio hacia el mismo.
- ¿Y las señoritas? -inquirió el muchacho dirigiendo su mirada a Leo, evitando mirar a Aizu para no encontrarse con la molesta mirada de Yuuto-
- Póngame... Una bebida de piña y mango. -dijo Leo con una sonrisa picarona, típica de ella- Y de comer... ¿Tenéis algo más aparte de los bocadillos? -preguntó cruzándose de piernas-
- S-sí, tenemos merluza empanada y-y croquetas de mar y-y filetes de ternera con... -musitó el chaval sonrojado mientras apartaba su mirada de las piernas de Leocadia-
- Póngame un plato de croquetas, pero grande; para toda la mesa. -dijo Leocadia interrumpiéndole mientras recorría con su mirada cada uno de nuestros rostros-
- En-entonces... ¿Un plato para todos, verdad? -dijo el muchacho aún sonrojado mientras apuntaba en su libreta apresuradamente el pedido de Leo- ¿Y para la otra señorita? -preguntó mirando a Aizu, esta vez sin mucho interés-
- ¡Lo mismo de beber que a Leo! ¡Piña y mango! -dijo ilusionada Aizu mientras se quitaba a Yuuto de encima- Y quiero merluza empanada de esa... -dijo con una sonrisa-
El chico lo apuntó y se marchó de nuevo a la barra, no antes sin mirar pícaramente a Leocadia y guiñarle un ojo.
- Leo, ¿se puede saber a qué ha venido ese espectáculo? -pregunté mientras comenzaba a reír- ¿Te gusta seducir así a los hombres? -seguí riendo a carcajadas-
- Más o menos, -rió ella mientras se ponía bien la capa y me quitaba mi vaso de refresco, dándole un buen sorbo- es divertido y además, a veces, puedo sacar algo de provecho con esto. -rió-
- ¿Provecho? -pregunté quitándole mi vaso de la mano-
- Sí, sí, ya sabes... -dijo cruzándose de manos- Me invitan a cenar, me dejan dormir en su casa creyendo que podrán tocarme esa noche... Los hombres son muy manejables. -rió- Pero en la vida he dejado que me toque un cerdo de esos. -continuó riendo mientras miraba hacia la barra, encontrándose con la mirada del chico- Menos mal que desde aquí no nos escucha. -rió una vez más mientras le guiñaba un ojo y volvía a mirarme- Te podría enseñar cómo aprovecharte de un hombre... ¿Sabes? -suspiró- Muchas, por envidia y demás, me decían que era prostituta por coquetear con los hombres y esas cosas pero... -negó con la cabeza irónicamente- No me conocen. Lo único que hago es hacerles ilusiones. Sí, existe otro nombre horrible que muchos dirían que define lo que hago... Calienta...
- Ya, ya... -la interrumpí- Y siento decirte que estoy con quién lo afirme. -reí- Es un poco cruel por tu parte, ¿no crees?
- No conoces a los hombres, Ailyn. -rió ella con ganas- Todos son unos cerdos, y si sacamos carnes de los cerdos; obtenemos comida. Hago lo mismo con ellos. -sonrió- Me aprovecho de su sencillez y la utilizo a mi beneficio. Que cada uno me llame como quiera, ya sabes el dicho, "llámame tonto pero dame pan" -rió-

***

Por un momento odié a Leocadia. Se había comportado como cuando la conocí en el restaurante. ¿Yo era otro de esos cerdos? Genial.
- ¿Y siempre lo hacías cuando estabas en el restaurante? -preguntó Ailyn divertida-
- Bueno, no siempre... Oye, ¿cómo sabes lo del restaurante...? -preguntó Leocadia intrigada-
- Bueno, me lo han contado. -explicó Ailyn- ¿Nunca te has planteado tener una relación seria con algún hombre? No sé, se te ve alegre y estás de buen ver, algún chaval te habrá propuesto algo... -dijo Ailyn con un movimiento de cejas-
- Sinceramente... No, nadie me ha propuesto nada jamás. -dijo Leocadia con una sonrisa en la que atisbé un destello de tristeza- Por eso te digo que los tíos son unos cerdos... ¡Sólo te quieren para lo que te quieren! ¡Nada de relaciones serias! -suspiró- Por eso mismo me gusta hacerles eso, porque me encanta su decepción y eso... -se apoyó inocentemente sobre su mano- Llámame cruel, pero es mejor que ser tan idiota como para enamorarse de un idiota así...
- Vamos, no todos los hombres son así. -intervino de repente Aizu mientras me miraba de reojo y luego miraba a Hikaru- Te pondré los dos ejemplos que tienes delante. -rió- Mi hermano es muy agradable, simpático, protector... Aunque admitamos que a veces es un malhumorado. -rió mientras le miraba despectivamente- Y Hikaru es un sol, es muy amable, amistoso, gracioso... Aunque también admitamos por su parte que es un vergonzoso en toda regla. -rió ella de nuevo mientras Hikaru imitaba mi mirada hacia ella- Y claro, también cabe decir que... ¡Los dos son guapísimos! -dijo de pronto con ánimo, sin que ni Hikaru ni yo lo esperáramos-
Aizu, Ailyn y Leocadia comenzaron a reír al ver la expresión que se nos había quedado a Hikaru y a mí y Leocadia, que estaba sentada junto a mí, me golpeó la cabeza con los nudillos de sus dedos.
- No lo decía por este par de engendros. -rió- Seguro que ellos son los únicos hombres en todo el mundo que valen la pena realmente... -siguió riendo- Además... ¡Se me acaba de ocurrir una cosa! -dijo riendo a carcajadas-

***

El muchacho comenzó a acercarse a nuestra mesa y rápidamente cambié el sitio a Ailyn; ella se puso junto a Yuuto y yo en su lugar, junto a Hikaru. Cuando el chaval comenzó a acercarse más a nuestra mesa rodeé a Hikaru con mi brazo, apoyando mi cabeza en su hombro. Pude oír la respiración entrecortada de Aizu, aguantando la risa, y también comprobé cómo Ailyn tenía los ojos tan colorados que le iban a explotar.
- Aquí tienen su... -dijo el chico dejando la comida en la mesa, mirándome con decepción mientras yo le miraba haciendo muecas- Aquí tienen su comida, espero que les sea de su agrado. -dijo mientras se volvía para marcharse, alejándose tristemente-
Tras mi número Ailyn, Aizu y yo comenzamos a reír a carcajadas, mientras que Yuuto y Hikaru nos miraban algo enfadados.
- Pues yo no le veo la gracia. -dijo Hikaru interrumpiendo nuestras risas mientras se apoyaba en la mesa-
- Bah, no lo entenderéis nunca... -reí mientras comenzaba a comer-
Estuvimos charlando sin llegar a hablar de nada importante, comencé a sentirme mal, pues tanto Hikaru como Yuuto parecían molestos, aunque Ailyn y Aizu seguían riendo. Pronto terminamos de cenar y Ailyn fue a pagar el consumo. El tabernero nos mostró las escaleras que conducían a nuestros dormitorios y fuimos hacia ellos, parándonos en el pasillo para decidir quién dormiría con quién.
- Bueno, chicos, yo necesito dormir sola. -dijo Ailyn entrando a una de las habitaciones- Buenas noches. -dijo secamente mientras se despedía con la mano sonriendo y cerraba la puerta-
- Entonces... -dije mirando a Aizu- ¿Dormimos nosotras...?
- Aizu y yo dormimos juntos. -me interrumpió Yuuto mientras me miraba sin ninguna expresión en el rostro- Podría ser que esta noche nos atacasen y no quiero estar lejos de mi hermana. -explicó mientras miraba a Aizu- ¿Te parece?
- ¡Vale! -dijo ésta alegremente mientras miraba a Hikaru- ¿Pero entonces ellos tendrán que dormir juntos? -preguntó arqueando una ceja-
- No importa, Aizu. -dijo Hikaru- Ya he superado eso de ser tan tímido, y además Yuuto tiene razón, debes estar con él. -dijo animádamente Hikaru mientras me cogía de la muñeca y me llevaba hacia una de las habitaciones- ¡Buenas noches, chicos! -dijo mientras entrábamos en la habitación y cerraba la puerta con fuerza-
Él se dejó caer al suelo, apoyado en la puerta, soltando mi muñeca y mirando al suelo.
- Leo, deberías pedir perdón a Yuuto. -dijo de repente tras unos segundos de silencio-
- ¿Qué? -pregunté sorprendida- ¿Pero qué he hecho? -dije molesta-
- Llamarlo cerdo. -suspiró mirándome-
- ¿Qué dices? -dije enfadada- ¡Yo no le he dicho eso!

***

- ¡Idiota! -dije riendo- ¡Ella no se refería a ti! -dije con una sonrisa-
- ¿Entonces por qué se ha comportado como en el restaurante? -preguntó Yuuto desganado, tumbado perezosamente sobre la cama-
- ¿No la has escuchado antes? Dijo que no siempre se comporta de esa manera y que no todos los hombres son así; además dijo que tú y Hikaru seríais los únicos que valéis la pena en el mundo... -le dije mientras me tumbaba en la otra cama-
- ¿Tienes pruebas de que se comportase de otra forma en el restaurante? -dijo él mirándome con los ojos entrecerrados-
- No, ¿y tú tienes pruebas de que te mirara con las mismas intenciones que con ese chico? -dije con mala cara-
Ambos suspiramos y él se echó a reír.
- Mira que tomarme tan a pecho una tontería así... No importa, de todos modos somos amigos, si en su día me miró así o no... No es algo que le pueda echar hoy en cara. -suspiró mientras destapaba la cama torpemente y se acurrucaba-
- Tsé, los hombres os tomáis las palabras de las mujeres tan a pecho que... -reí- Bueno, buenas noches. -suspiré-
Comencé a dormirme cuando de repente Yuuto comenzó a llamarme.
- ¿Qué quieres pesado? -pregunté enojada-
- ¿Te suena de algo Luonessi? -preguntó en voz baja-
- ¿Luoqué? -pregunté mientras intentaba salir de mis sueños- Ah, el lugar al que vamos... Ni idea, pero no pregunté dónde estaba porque no quería parecer inculta... -Yuuto rió a mi respuesta y suspiró-
- Mañana lo averiguaremos... -suspiró- Buenas noches, Aizu.

***

Y de repente, a lo lejos, cómo si de un espíritu se tratase, comenzamos a oír un leve llanto. Un llanto helador, desgarrador. Un llanto sin consuelo. El llanto de una persona que ha hecho algo imperdonable.

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