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Enséñame a volar

viernes, 9 de abril de 2010

17. ~Capítulo 16: Lejos, muy lejos de aquí~

Tras dejar el cuerpo que Renné había poseído en una de las habitaciones del hospital, y aprovechando el paro del tiempo, rellené los papeles necesarios para simular que Renné llevaba ingresada unos días y escribí su enfermedad. Sabía que no iba a sobrevivir, pero sólo por si acaso, valía la pena dejarla en manos médicas.
Tras terminar de rellenar los papeles necesarios me colé a la secretaría o lo que fuera del hospital, entré esquivando a la gente paralizada y metí los papeles en su casillero correspondiente. También tenía ya práctica en hacer cosas así, por lo que no me costó mucho. Me disponía a salir del hospital cuando recordé que Renné, o más bien su cuerpo, seguía con mis marcas en el cuello; por lo que volví a la habitación para eliminarlas.
Al llegar y ver el cuerpo casi inerte de la chica que había poseído Renné me paralicé en la puerta, apoyada en el marco de la misma. Me quedé largo rato mirándola, observando su entrecortada, descompasada y lenta respiración. Comencé a notar una gran presión en el pecho, un dolor que se intensificaba poco a poco desde la zona del corazón hacia mi cabeza; pero antes de que el dolor se prolongara sacudí la cabeza, intentando olvidar el dolor que me recorría todo el cuerpo, intentándolo sin resultado.
Seguí acercándome a la chica en la camilla, su piel estaba casi tan clara como la nieve y esto hacía que imágenes horribles aparecieran en mi mente. Las marcas de sangre del cuello resaltaban demasiado en el blanco de su piel, tanto, que apenas podías fijarte en las marcas de mis colmillos, situadas en la misma zona. Busqué en mi bolso algo para limpiar la sangre y encontré un trozo de tela, si no me equivoco, de alguna de mis chaquetas ya inexistente. Ya sólo me quedaba un trago más en mi cantimplora, sin embargo, mojé el trozo de tela en mi último trago de agua y comencé a limpiar con suavidad la piel de la chica.
- De verdad... Ojalá... -susurré con tristeza- Ojalá volvieses a vivir. No es justo que alguien te quite la vida de esta forma... O más bien, que nosotras te la hayamos quitado... -susurré apretando los ojos mientras me detenía por un segundo- Pero... -suspiré haciendo una mueca mientras mis ojos comenzaban a brillar, cómo si de un momento a otro, una lágrima quisiera huir de mis ojos- Sobrevivirás... Vamos, tú puedes. -dije continuando con la limpieza.-
Una vez no quedó rastro de sangre en su cuello, saqué una pomada de mi bolso y se la puse con cuidado sobre la marca de mis colmillos. Poco a poco la marca fue desapareciendo hasta no quedar nada de ella, y tras ver mi trabajo cumplido, comencé a caminar hacia la salida de la habitación, intentando no volver la mirada; pero la volví. Su cabello castaño pálido, sus labios resecos, su delgado y sencillo cuerpo, su piel tan pálida, la expresión de su rostro... Todo eso, y los pensamientos aterradores de mi mente, me obligaron a salir corriendo de allí. Corrí por los pasillos hasta que tropecé y caí al suelo; las lágrimas resbalaban desde mis mejillas hasta el suelo. Intenté levantarme pero me vi sin fuerzas y tan sólo pude arrastrarme hasta la pared, apoyándome en ella. Me acurruqué y escondí mi rostro en mis manos. Sentía el sabor salado de mis lágrimas en la boca, sentía el pecho dolorido, sentía que la cabeza me iba a explotar; y en cierto modo eso me confortaría.
- Renné... -susurré entre sollozos- ¡Renné! ¡¡Renné!! -grité desesperada entre sollozos- ¿Por qué...? ¿Por qué tuvo que ser así...? ¿Por qué todo ha sucedido así...? -murmuré apartando las manos de mi cara y visualizándolas en mi mente llenas de sangre- He... He matado... He... Matado a mi propia hermana... ¡He matado a mi propia hermana! -grité de nuevo llena de horror y desesperación mientras comenzaba a abofetearme- ¡Era mi hermana! ¡Era Renné! ¡Renné! ¡Por qué...! -grité, aunque lo último con menos fuerza, pues apenas podía hablar- Todo... Todo esto ha ocurrido porque... Ellos lo... Quisieron así... -suspiré mientras notaba mis lágrimas caer aún con desesperación- Pero no me quedaba otra... Ella iba a matar... -susurré mientras mi expresión era aún más desesperada- No puedo excusarme... No existen excusas para matar a una persona así... ¡No existen excusas! -grité de nuevo escondiendo el rostro en mis piernas, abrazándome a ellas mientras seguía llorando-

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Yuuto acarició mi cabeza y sentí un intenso dolor que me recorrió todo el costado, pero que desapareció en menos de un segundo. Se sentó a mi lado y me dejó apoyar mi cabeza en su regazo. Era la primera persona que había conocido que no se había asustado de mí y que, además, me había dejado apoyarme en él. En mi estado de Gyoke era enorme; a cuatro patas llegaba a algo más de la cintura de Yuuto, y él era alto; si me ponía a dos patas, cosa bastante difícil si no es por un ataque, medía casi el doble que él. Es por esto, y por mi dentadura, que a todos les daba miedo. Me sorprendió muchísimo que Yuuto no lo sintiese, habiéndome visto además tan agresiva.
De pronto sentí su cálida mano acariciándome la cabeza y el costado, y aunque al principio me dolió, después hizo que una comodidad placentera recorriera mi dolorido cuerpo.
- ¿Puedo hacerte una pregunta? -musitó Yuuto de repente con una voz tranquilizadora-
- Claro, ¿qui-quieres que me quite de encima, verdad? -dije avergonzada mientras comenzaba a apartarme de él-
- No, no, ¡no es eso! -dijo Yuuto mientras volvía a coger con suavidad mi cabeza y la posaba en su regazo de nuevo- Verás es que... No sé tu nombre. -dijo mientras volvía a acariciarme-
- Tienes razón... -murmuré mientras suspiraba con ironía- Lo siento, se me había olvidado por completo ese detalle... -me levanté con pesadez, en parte porque no quería que Yuuto dejara de acariciarme, y en parte porque aún estaba dolorida. Me senté a su lado y le miré con una extraña sonrisa, pues en mi forma animal no sabía sonreír demasiado bien- Mi nombre es Leocadia. Encantada, Yuuto. -dije escuchando mi fea voz por primera vez- Por dios, ¿por qué no me has dicho que tengo esta voz de... Machorro? -dije riendo-
- Leocadia... Nunca había conocido a nadie con ese nombre -dijo Yuuto pensativo-
- Oye, a las chicas, para engatusarlas, se les suele decir algo cómo "qué bello nombre", o, "un nombre tan hermoso como la dueña del mismo" -le dije mientras le mirada de reojo y ambos comenzamos a reír-
- Lo siento, nunca se me han dado bien las mujeres. -confesó con tono dramático- Y... ¿Te importaría que te hiciera otras preguntas? -preguntó con mirada suplicante-
- Dispara, pero nada personal, que todos los chicos sois unos pervertidos. -dije en tono divertido mientras sentía que una de mis patas comenzaba a dolerme y hacía una mueca-
- Anda, bestia inmunda, échate de nuevo. -dijo Yuuto invitándome a seguir con la escena de antes; apoyé una vez más mi cabeza en su regazo y cerré los ojos. Se sentía bien estar con alguien que me aceptara en esa forma, realmente, se sentía bien.- ¿A qué raza perteneces? -preguntó Yuuto sin disimular su curiosidad-
- Gyokelly [<>]. -respondí abriendo levemente los ojos mientras volvía a sentir sus cálidas manos en mi lomo- Todos son confunden con la raza de "hombres lobo", todos creen que somos lobos, cuando no nos parecemos en casi nada. -suspiré- Pero en fin... Me parece que no conoces a nadie de mi especie, ¿me equivoco? -levanté levemente la cabeza y le miré, viendo cómo negaba con la cabeza- Bueno, entonces te lo explicaré... Porque hasta que aparezca nuestra querida vampiresa, tendremos que hacer algo. -reí sin ganas- Bueno, nuestra raza pertenece a un país lejano de aquí... Por eso no conocerás a nadie, aquí apenas quedamos Gyokellyanos; soy la única de sexo femenino en toda Hylie. Conozco a otros dos chicos de mi raza, uno trabajó conmigo en una botica hace tiempo, dos años o así; el otro era un anciano al que alquilé una casa hace tres o cuatro años... Por desgracia no pude pagar el alquiler y tuve que irme de aquella casa, aunque todo esto es otra historia. Digamos que sólo existimos nosotros tres, y lo tengo comprobado. Tanto ellos, como yo, nunca habíamos visto a nadie más de nuestra raza, y en los registros del ayuntamiento lo vi también hace un año... -musité pensativa-
- ¿Pero cuántos trabajos has tenido? -preguntó Yuuto sorprendido-
- Ah, digamos que... Tenía que cambiar de trabajo a menudo. Aunque en el restaurante llevo trabajando ya casi tres años. Empezó siendo un trabajo a tiempo parcial, pero últimamente se ha convertido en el único que tengo, o tenía. -respondí indiferente- Bueno, seguiré explicándote sobre mi raza. Aparentemente, en nuestra forma humana no se nos nota, podemos aparentar ser de raza humana corriente y nadie podría negarlo; pero podemos transformarnos en Gyokes, que es la forma en la que me ves ahora mismo. No siempre se puede elegir cuándo convertirse, a veces, en casos de mucho peligro, es espontáneo y nos convertimos así, sin esperarlo. Pero nuestros padres tienen casi la obligación de enseñarnos a controlar este extraño poder. -sonreí mientras volvía a cerrar los ojos- Al principio cuesta mucho aprender a manejar tu transformación y hasta te duele la cabeza de intentarlo... -reí- Recuerdo la de veces que mis padres se preocupaban por mí, porque siempre terminaba con unas jaquecas de competición. -reí- Pero me enseñaron realmente bien, sin embargo todos seguimos teniendo los instintos animales que nos poseen y en caso de peligro, nos autoconvertimos, para que lo entiendas. -expliqué abriendo los ojos con pereza para mirar al cielo distraídamente- Nuestra forma animal es una especie de mezcla entre lobo, gato, zorro y ardilla, aunque te parezca gracioso. -reí levemente- Aunque seguimos siendo un animal distinto, o una especie distinta. Tengo rasgos y habilidades de esos animales, pero aparte, rasgos y habilidades únicas en mi especie. Es una ventaja, aunque sinceramente, no me gusta ser tan grande en esta forma, no es una ventaja a la hora de esconderse o de atravesar caminos estrechos o con el techo bajo... -reí- Y supongo que eso es básicamente todo lo que sé de mi especie.
- Tiene que ser increíble... Ya sabes, eso de poder tener tantos sentidos... -dijo Yuuto ensimismado en mi historia-
- Vamos, no te creas que soy un especie de héroe que lo puede todo. -reí de nuevo mientras intentaba ponerme en pie- Debería de ir acostumbrándome a caminar un poco, que no me viene bien estar tanto tiempo sin moverme, y más teniendo el cuerpo como lo tengo... -suspiré-
- Espera, ya te ayudo yo... -dijo Yuuto poniéndose en pie mientras me cogía por el pecho y me ayudaba a ponerme de pie-
- Gra-gracias, pero en serio, t-tengo que hacerlo sola. -dije torpemente mientras me apartaba de él y estiraba las patas-
- Oye, ¿cuándo despertaran Hikaru y Aizu? -preguntó Yuuto preocupado-
- ¿Ese es el tema que te ha tenido tan pensativo...? -pregunté con una pícara sonrisa- A veces me pregunto si Hikaru y tú sois más que amigos... -bromeé mirándole con picardía-
- ¡No digas esas cosas! -dijo Yuuto riendo- ¿Yo? ¿Con ese enano? ¡No me hagas reír! -dijo haciéndose el ofendido- Pero en serio, deberían despertarse... No he visto nunca a nadie que duerma más que ellos...
- Oye, -dije interrumpiéndole mientras miraba a mi alrededor- ¿cómo es que el tiempo se ha detenido? -pregunté atónita-
- Ni idea, será... Un trabajito de nuestra amiga la vampiresa misteriosa. -dijo Yuuto acercándose a Aizu- Aizu, despierta, hija, que llevas aquí tirada un buen rato... -dijo dándole en la mejilla con un dedo-
- Déjala descansar un poco, si eso... -comenté mientras caminaba hacia ellos, sintiendo cómo mis músculos se quejaban y me hacían sentir un fuerte dolor- Necesito correr un poco... Creo que así se me pasará antes el... Cansancio o lo que sea que tengo. -suspiré- ¿Te puedo dejar con ellos sin preocuparme?
- ¿A dónde se supone que vas? -preguntó él con cara de preocupación-
- Tranquilo, sólo voy a dar vueltas por aquí, como mucho me alejaré a 10 metros, no temas. -reí- No te dejaré tirado. -sonreí- Principalmente porque... -me quedé callada y le miré con una pequeña sonrisa- Oye, ¿sabes dónde puedo encontrar ropa de chica?
- ¿Q-qué...? -preguntó él de nuevo sorprendido-
- Verás, cuando me transformé, cómo fue un acto reflejo, desgarré la ropa y se fue volando, digamos... -sonreí torpemente- Y... Cuando vuelva a ser humana... Pues... Cómo comprenderás, necesitaré ropa, ¿lo captas? -dije poniendo mala cara mientras veía que Yuuto se comenzaba a sonrojar notablemente, a saber qué imaginaría- ¡No me mires así! ¡Só-sólo era una pregunta...! -reí divertida mientras comenzaba a correr por los alrededores- Sin duda debo encontrar qué ponerme o el pobre de Yuuto morirá desangrado... -susurré riéndome sola mientras corría-

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Salí del hospital tras estar casi 45 minutos dentro y vi al chico al que había salvado junto a Hikaru y a Aizu, mirando a la loba que corría velozmente; me sorprendió verla tan recuperada, al igual que el chico. Me acerqué y llamé su atención silvando, pues estaba de espaldas y no me había visto.
- Chicos, deberíamos irnos ya, aquí no nos queda nada más que hacer.
- ¿Eh? -dijo el chico sorprendido- ¿Irnos?
- Sí, tenemos un largo camino que recorrer... -suspiré- Por cierto, no me he presentado... -dije mientras veía a la loba acercarse y sentarse junto al chico- Mi nombre es Ailyn, soy vampiresa de clase 0A, para serviles. -dije haciendo una pequeña reverencia con una sonrisa jovial-
- Encantado, mi nombre es Yuuto. -dijo el chico moreno mientras hacía una pequeña reverencia-
- Yuuto... Es un nombre japonés, de otra dimensión, significa "tranquilo, apacible,inmenso, volar, valiente" y si tuviera una sola "u" significaría también "amable, agradable, cariñoso, afectuoso"... Es un bonito nombre. -sonreí mientras dirigía mi mirada hacia la loba- ¿Y tú eres...? -sonreí-
- Leocadia. Nombre griego, de otra dimensión, que significa "Aquella que guía o vela por su pueblo" o "Aquella que procede de Laucade"; por cierto, Laucade es una isla de blancas rocas. -dijo la loba haciendo una leve reverencia con la cabeza- Encantada.
- Encantada de conocerte, Leocadia. -sonreí- Me gusta ese nombre... Por cierto, el mío significa algo cómo "transparente, clara"; vamos que tampoco me va muy mal. -reí-
- Oye, siento ser cortante pero... ¿Cuándo despertarán Hikaru y Aizu? -preguntó Yuuto con preocupación-
- Tranquilo, tenemos prisa pero podemos pasar esta noche en esta ciudad, no creo que aquí nos sigan la pista... -sonreí-
- ¿Pista...? ¿Nos persigue alguien...? Y... ¿A dónde vamos? -preguntó Yuuto mientras miraba a Aizu a Hikaru-
- Tranquilo, conmigo no corréis peligro... Todavía. Despisté a los que debía despistar y... No hay de qué preocuparse por esta noche, eso sí, mañana salimos de aquí sin falta.
- ¿Hacia dónde? -preguntó de nuevo Yuuto; pude fijarme como Leocadia apoyaba su cabeza en la mano de éste, intentando darle fuerzas-
- Lejos, muy lejos de aquí.

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